Hoy no es mi cumpleaños, aunque lo diga el algoritmo de Facebook, y mañana ya habrá pasado. Para celebrar mi "no cumpleaños", por Zoom, con los miembros de mi tertulia vamos a hablar de mi último libro publicado "Poeta en Madrid" (Huso, 2021). Algunos miembros de la tertulia escribieron espléndidas reseñas sobre la novela, y les he pedido que lean párrafos de las mismas o lo que quieran. Lo más importante es que canten el "cumpleaños feliz" como hicieron mis alumnos ayer por la tarde y que también se lo cantemos a Javier del Prado Biezma, que cumple años un par de días después. Estas tres fotografías son para el recuerdo con mis alumnos de E3 de Derecho y ADE de la Universidad Pontificia de Comillas. Ayer les comentaba que parece que hemos dejado atrás la pandemia. En los meses del confinamiento los seres humanos de este planeta nos dedicamos a hacer muchas cosas, a escribir, a leer, a pintar, a cocinar o a correr por casa. Algunos de los artistas que conozco me han comentado que el arte les había salvado la vida. Yo no escribí apenas, salvo en las redes sociales. Me dediqué a dar clase, como les dije ayer a mis alumnos. Ya había dado clase de máster en una Universidad virtual española, y tampoco me supuso excesiva dificultad. Dar clase es mi forma de mantener abierta la puerta a la juventud, pues los jóvenes son las personas más agradecidas del mundo. Y también escuché música, por supuesto, escuché mucha música, aunque eso lo hago continuamente.
Y, hablando de música, me tomo el primer café del día escuchando uno de los conciertos más bellos que se han escrito. Lo compuso un ruso, toca el piano un pianista y director de orquesta argentino que se nacionalizó español, israelí y palestino, y además el director de orquesta es un rumano genial que tuve la ocasión de ver de niño tocando en Madrid.
Y yo soy un simple ciudadano del mundo que está convencido de que algún día desaparecerán todas las fronteras, dije también a mis alumnos:
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