"Brillando bajo el agua" (2023, Lastura) de Ricardo Virtanen es una de las mejores novelas que he leído este año. El autor es músico, filólogo, profesor y todo eso se nota en la musicalidad de su prosa, que casi parece una fuga de Bach o un preludio de Chopin en re bemol, en una novela que ha escrito a lo largo de casi toda su vida.
"Carlo Lee es un concertista de piano en paro de origen ruso que un día, paseando por el parque del Retiro, ve que una estatua se baja de su pedestal y se aleja hacia la calle Alcalá, donde se sube a un coche rojo. A partir de entonces cambia la vida del pianista, hijo de un músico de jazz y hermano de un rockero grunge. Se enamora de una enigmática camarera, pero todo se complica al cruzarse en su vida una banda de traficantes de droga".
Pero si Virtanen me contara una simple historia, con un argumento tradicional, no me interesaría demasiado; lo que me atrae es cómo se mete en la mente y la piel de su personaje y trata de contar su pensamiento con un monólogo interior muy atractivo. Un tipo que escribe esto en una novela ya se merece todos mis respetos y que dedique varias horas de mi vida a leerla:
"...Como sé todo esto, sería acertado pensar que Bach pasó sus últimos días improvisando notas sobre sus Preludos y Fugas. El genio, como el mediocre, puede elegir entre las más impensables excentricidades: terminar vendiendo esclavos como Rimbaud, rayar en la locura, como Nietzsche, o entregado al delirium tremens, como Poe..." (p.15).
O esto de la página 19:
"Isolda ha muerto. Wagner ha decidido que así sea. Sí, prefiero esta parte a todas las demás, en la que Tristán agoniza herido por Melot, exigiendo la presencia de Isolda, su dulce amada. Finalmente muere en brazos de Isolda que, enardecida por la muerte de este, agoniza de amor junto a su amado, ya cadáver. Wagner me asusta, me asusta acaso más que Nietzsche, a quien siempre veo venir. Pero Wagner es inconmensurable como una bola de acero que llega desde todos los ángulos de la existencia. Le temo, pero le necesito en estos momentos. Wagner es mi caos particular; Nietzsche todos los caminos en un solo camino: vivir peligrosamente de principio a fin".
Lo demás lo vivimos ayer en la tertulia de la calle Princesa. Lo mejor para saber lo que significa vivir una novela y vivir a un escritor que además nos tocó la guitarra, es pasarse por la tertulia. Yo invitaría incluso a los que estaban manifestándose un par de calles más abajo, en la calle Ferraz.
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