viernes, 3 de noviembre de 2023

"En la librería Víctor Jara de Salamanca".

"Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha
La lluvia en el pelo
No importaba nada
Ibas a encontrarte con él
Con él, con él, con él, con él, con él
Son cinco minutos
La vida es eterna en cinco minutos
Suena la sirena
De vuelta al trabajo
Y tu caminando
Lo iluminas todo
Los cinco minutos
Te hacen florecer
Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha
La lluvia en el pelo
No importaba nada
Ibas a encontrarte con él
Con él, con él, con él, con él, con él
Que partió a la sierra
Que nunca hizo daño
Que partió a la sierra
Y en cinco minutos quedó destrozado
Suena la sirena
De vuelta al trabajo
Muchos no volvieron
Tampoco Manuel
Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel".
 
Esta librería abrió el 3 de mayo del año 1976 mientras que el 16 de septiembre de 1973 había sido asesinado el cantante chileno Víctor Jara junto a miles de inocentes. Ya han pasado 50 años del inicio de aquella terrible dictadura militar. Mi editor Pepo Paz Saz estuvo en Salamanca hace un mes presentando uno de sus libros y me envió esta fotografía de la librería Víctor Jara donde se ve el ensayo que ha escrito Patrick Toumba Haman sobre mis novelas. Supongo que son casualidades que a mí me gustan y que me vinieron a la cabeza ayer por la tarde mientras escuchaba un disco de Víctor Jara:
 
Desde el minuto 21.49 se escucha su canción quizá más famosa, "Te recuerdo Amanda", la historia de una pareja enamorada. Habla del amor de dos obreros, ahora los llamaríamos "precarios", como explico a mis alumnos en la Universidad. "A veces no nos damos cuenta de lo que existe dentro del alma de dos obreros de cualquier fábrica, en cualquier ciudad o lugar de nuestro continente”, explicó Víctor Jara en uno de sus últimos conciertos. Esos dos obreros no son nadie en particular, aunque podrían ser cualquiera. Amanda y Manuel se llamaban sus padres, y sus hijas, Manuela y Amanda. Víctor Jara murió solo cinco días después del alzamiento militar que derrocó y acabó con la vida de Salvador Allende. Lo mataron en el Estadio Chile, que hoy lleva su nombre, de 44 balazos después de ser torturado durante días. Sus verdugos le destrozaron la cara y las manos: “Ahora te quiero ver tocar esas canciones tan lindas, hijo de puta”, le dijeron.
 
 


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