miércoles, 22 de noviembre de 2023

"Una tertulia alquímica".

En estas fotos se ve a unos cuantos enamorados de la literatura tratando de transformar los metales en oro, es decir, los poemas de "Alquimia", del físico y escritor José María Herranz, en oro. Algo así fue la búsqueda de la piedra filosofal, fuente de la eterna juventud, al igual que transmutar, espiritualmente, nuestra propia alma antes de transmutar los metales o poemas. Antiguamente todo consistía en prepararse para la purificación mediante la oración y el ayuno.​ Después de leer el libro he encontrado lo que siempre defiendo en la literatura, la cadena secuencial de mito, símbolo, signo, imagen y metáfora. En todas las páginas se percibe un "bosque de símbolos" y también ese lugar esencial en forma de un claro en el bosque en el que la "gratuidad" es el amor. El amor es infinitamente creativo, asegura San Vicente Paul, como recuerda el estupendo prólogo de María Antonia Ortega, quien asimila, acertadamente, el bosque con la catedral y los animales del bosque con los ángeles de la iglesia. Eso sí, no he visto tanto a los ángeles entre místicos y grotescos de Rilke como una búsqueda alquímica donde el sexo (y el amor) nos pueden transformar tanto exterior como interiormente. La alquimia occidental ha estado casi siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trismegisto, una deidad sincrética grecoegipcia, al igual que un legendario alquimista. Estas dos disciplinas influyeron en el nacimiento del "rosacrucismo", movimiento esotérico del siglo XVII. Después la alquimia dominante evolucionó en la actual química. Se dice que los chinos la practicaban desde el 4500 antes de nuestra era y que el taoísmo ya buscaba la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud. El budismo de la India menciona procedimientos alquímicos. Jose María Herranz persigue de la misma manera algo más espiritual que material, algo más próximo al misterio divino, ya que es a través de la transmutación que produce la alquimia como se logra "correr los velos de la oscuri­dad interior para dar paso al brillo del oro celestial y vivir donde la muerte no existe". Y lo hace a través de veinticinco poemas que son un único poema que termina magníficamente con estos versos:


"No hay más alma que el cuerpo
y el espíritu canta".

A través del bosque y de la catedral, del animal y el ángel, el cuerpo del amado y el cuerpo de la amada llegan al orgasmo como una lucha contra la muerte.

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Y hoy la música solo puede ser esta, una música que busca el santo grial y que inunda nuestros sentidos como el agua y el aire:







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