En este último día del año pienso en
lo mucho que me han mimado siempre mis amigos. Me han escrito poemas y
canciones, e incluso me han pintado varios retratos, como el pintor
granadino José Luis Sánchez de la Torre, convertido en uno de mis amigos
íntimos y en personaje de alguna de mis novelas.
La fotografía
es del apunte de un cuadro que me hizo en Madrid, en la casa del barrio
de Argüelles de otro buen amigo, Alfonso Pérez Sánchez, cuando este era
el director del Museo del Prado. Ahí anunciaba el título del cuadro,
"Entre dos símbolos: paz y pasión". Así es como me veía José Luis,
incluso con pajarita y el pelo largo, que en esa época solía recogerme
en una coleta.
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