La chica era ciega, pero quería saber cómo era un "claro de luna".
Ayer escuché en directo la célebre sonata de Beethoven interpretada por
Marina Marrero Polegre, una joven tinerfeña de veinte años que dentro
de un mes se examina de sus estudios de posgrado en la Associated Board
of the Royal Schools of Music, de Londres. Beethoven tenía treinta años,
vivía deprimido porque había perdido a uno de sus discípulos más
queridos y su relación sentimental con la condesa Josephine Brunswick
no iba por buen camino. Paseando una noche por las calles de Bonn llegó
hasta un barrio pobre. Una música atrajo su curiosidad. Se sorprendió
cuando, en un viejo cuarto, sentada junto a un piano, vio que una mujer
tocaba algunas notas. Nadie le había enseñado música, solo interpretaba
obras de Beethoven, el mayor genio de Alemania, comentó sin saber que
era él. Estuvieron juntos riendo, tocando y cantando, y, al despedirse
por la mañana, él le dijo que quería hacerle un regalo. Ella le
respondió que, debido a su ceguera, solo deseaba "ver" cómo era un claro
de luna.
Los "puristas"
suelen decir que esta historia es demasiado romántica para ser verdad.
Yo solo soy escritor y me limito a escribir que ayer pude ver y escuchar
cómo es, de nuevo, un claro de luna. Después de todo la belleza es la
misma en 1801 que en 2019, y yo lo sé:
https://www.youtube.com/watch?v=q5OaSju0qNc
https://www.youtube.com/watch?v=q5OaSju0qNc
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