viernes, 26 de abril de 2019

"Cosas de amigos y de estética".

Como me ha ocurrido tantas veces, me agrada que me pinten retratos y me dediquen canciones y poemas, y poder inspirarlos, como sucedió ayer con este poema de Javier del Prado, mi catedrático de literatura favorito. Nos conocimos hace cinco años y, a pesar del poco tiempo transcurrido, creo que podemos considerarnos amigos. 

Entre otras cosas, en un poema procuro buscar su semántica expresiva, esa estilítica que relaciona el signo linguístico con el pensamiento, y dentro de este el dominio intelectual de las ideas y el afectivo de los sentimientos. A su vez el signo linguístico tiene que poseer un significado evocativo, sin el cual sería deficiente. En el poema de Javier observo una expresividad que es tanto estética como intelectual.

"Me dices que vuelva ya a Madrid,
que ya está bien de Galicia,
que en la tertulia me echan de menos.


Justo, ¿tú crees?,
tú que te pasas de julio a diciembre estudiando el mundo,
sus calles, sus músicas,
sus cafés, sus recuerdos de viejos literatos,
sus chicas,
estudiantes de intertextos sajones y de músicas nórdicas,
el rincón donde nace
un amor de novela
para meterlo en un cuento,
un cuento de "otros", dices,
que nosotros leemos en tu ausencia.


Madrid es Madrid.
no lo dudo.
Pero Galicia es Galicia,
no lo dudes,
real y mágica
medieval y simbolista.


Tengo mi Prado privado en mis ojos:
Velázquez (con sus fondos) por todos los rincones de la Ría
tengo campos de nubes que no abarcan,
ni en sueños,
los pinceles de Constable
y rincones de follajes secretos, con su vacas,
que elevan los pinceles de Ruisdael
a la altura de un Tiepolo asentado
en la tierra, olvidados
sus cielos italianos
poblados por los santos
que sienten que sus cuerpos se deshacen
en música y en nubes.


Volveré, Justo,
amigo.
No porque se echen de menos mis frases razonadas,
mis racimos de fechas, de nombres y de datos,
mi voluntad de ser,
a toda costa,
racional,
de no empezar una frase si no pienso acabarla,
de no iniciar un juicio
si no tengo previstas tres o cuatro salidas,
ni siquiera mi razón grotescamente amarga.


Estoy cansado
-ya he vivido, aunque siga
gozosa y lúcidamente viviendo.


Volveré
porque tres o cuatro caras me esperan,
tal vez cinco,
a lo más seis o siete.


Seis sonrisas y una frase agradable.

Ya puedes ir diciendo que Javier se hace viejo,
que ya encuentra sus frases sin sentido,
sus razones sin eco,
sus historias salidas de la historia
y sus flores, un pálido recuerdo,
un recurso,
de la belleza de sus viejos pensamientos.


Amigos".

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