sábado, 13 de abril de 2019

Siempre escribo las novelas que me apetece escribir.

Lo hago durante el tiempo que me pide la historia que deseo contar, incluso veinte años, como me ocurrió con "Entrevías mon amour" (2009). En cierto momento entendí que el personaje principal tenía que evolucionar conmigo o yo con él. Solo ha habido una excepción, "La paz de febrero" (2006), que apenas tardé tres años en escribir. La delirante invasión de Irak me llevó a plasmar en una novela la impotencia que sentía como ser humano, por esa guerra y por todas las guerras. 

Hace unos pocos días mi amiga y tertuliana María Victoria Huertas me dijo que la había comprado porque le apetecía leerla. Lo ha hecho visto y no visto, y ha escrito estas palabras en su muro de Facebook: "Ayer terminé de leer la novela de Justo Sotelo "La paz de Febrero", una novela que nos lleva a esos días del inicio de la Guerra de Irak y a su incertidumbre y recuerdo. La sencillez de los personajes se mezcla con la literatura, la música, el dolor, los sentimientos de lucha por ser felices, con esa elegancia, respeto y generosidad que Justo Sotelo pone siempre en sus novelas".

Después de leer estas palabras, pensé que si los malos supieran escribir comprenderían que las guerras solo se ganan aparentemente.

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