domingo, 7 de abril de 2019

"Dime qué lees y te diré qué escribes".

He recordado la frase del profesor Ángel García Galiano en un artículo para referirse a la biblioteca del escritor Francisco Ayala (Granada, 1906-Madrid, 2009), uno de los grandes escritores españoles del siglo XX. Esa biblioteca estaba formada por las obras de Cervantes, Quevedo, Galdós y Unamuno, casi en exclusiva. Ángel me dio clase, en la Complutense, de "Teoría de la Literatura" y "Lenguaje Literario (I) y (II)", y nos hicimos buenos amigos. Ha venido varias veces como invitado a mi tertulia y hace poco coincidimos en una comida.

Y he recordado esta frase mientras observaba una foto de la última tertulia, en la que tres escritores miramos hacia la pantalla de un teléfono móvil (es posible que Mohamed mirase hacia Almería en esos momentos) y a su vez otro teléfono móvil nos está haciendo una foto parecida, aunque no sea la misma. En el artículo, Ángel define la obra de Ayala como una especie de poliedro caleidoscópico, con algo de espejo roto, donde los ensayos sobre cine o sociológicos iluminan su obra narrativa, y esta a su vez se nutre de sus reflexiones teóricas y el estudio de los autores que más admira. Como señala con buen criterio Pinedo, el astuto y sedicente narrador de la novela de Ayala "Muertes de perro": "Nadie conoce la realidad, solo nos es dado interpretarla".

En ese espejo roto de la realidad y la ficción, me pregunto si tendrá cabida la música de Donizetti que estoy escuchando mientras escribo este post y me tomo un café.

Espero que María Callas diga que sí:

https://www.youtube.com/watch?v=BpJ2u1MiE7E

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