He recordado la frase
del profesor Ángel García Galiano en un artículo para referirse a la
biblioteca del escritor Francisco Ayala (Granada, 1906-Madrid, 2009),
uno de los grandes escritores españoles del siglo XX. Esa biblioteca
estaba formada por las obras de Cervantes, Quevedo, Galdós y Unamuno,
casi en exclusiva. Ángel me dio clase, en la Complutense, de "Teoría de
la Literatura" y "Lenguaje Literario (I) y (II)", y nos hicimos buenos amigos. Ha venido varias veces como invitado a mi tertulia y hace poco coincidimos en una comida.
Y he recordado esta frase mientras observaba una foto de la última
tertulia, en la que tres escritores miramos hacia la pantalla de un
teléfono móvil (es posible que Mohamed mirase hacia Almería en esos
momentos) y a su vez otro teléfono móvil nos está haciendo una foto
parecida, aunque no sea la misma. En el artículo, Ángel define la obra
de Ayala como una especie de poliedro caleidoscópico, con algo de espejo
roto, donde los ensayos sobre cine o sociológicos iluminan su obra
narrativa, y esta a su vez se nutre de sus reflexiones teóricas y el
estudio de los autores que más admira. Como señala con buen criterio
Pinedo, el astuto y sedicente narrador de la novela de Ayala "Muertes de
perro": "Nadie conoce la realidad, solo nos es dado interpretarla".
En ese espejo roto de la realidad y la ficción, me pregunto si tendrá cabida la música de Donizetti que estoy escuchando mientras escribo este post y me tomo un café.
Espero que María Callas diga que sí:
https://www.youtube.com/watch?v=BpJ2u1MiE7E
En ese espejo roto de la realidad y la ficción, me pregunto si tendrá cabida la música de Donizetti que estoy escuchando mientras escribo este post y me tomo un café.
Espero que María Callas diga que sí:
https://www.youtube.com/watch?v=BpJ2u1MiE7E
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