Anoche me dormí escuchando a Bach y hoy me he despertado habitando el Paraíso.
Un hombre solo y un cello, sentado en el lugar menos pensado, dentro de
una abadía, en medio de la calle, entre las páginas subrayadas de un
libro que has releído recientemente o que aún no has escrito. La música
sobre el mar y los ríos que lo llenan, entre las olas, en su ropa, en su
lápiz de labios, en sus uñas recién pintadas.
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