domingo, 19 de enero de 2020

A veces me despierto escuchando a Paul Desmond.

Es uno de los saxofonistas más elegantes y exquisitos que he escuchado nunca. Se graduó en lengua inglesa, pero no quiso convertirse en escritor porque decía que solo era capaz de trabajar en la playa y allí no dejaba de entrarle arena en la máquina de escribir.

Hace frío, pero el frío solo está en los otros, es decir, en la calle:

1 comentario:

  1. El jazz querido Justo Sotelo te invita a crear, diseñar y reinventar las historias que ya has vivido, las que has soñado, las que has amado y en cierto modo transforman tu escritura.
    Hablar a ritmo de jazz es hablar de Justo Sotelo, Julio Cortazar y de Jorge Luis Borges y embeberse en ese trío de cuerda perfecto en medio del sonido de un saxofón a lo lejos quizá, de Charlie Parker entre el swing y la improvisación automática de los textos de los tres.
    El jazz para Justo Sotelo es un elemento de búsqueda y satisfacción de la propia evasión ante el mundo y quizá o seguramente él a través del jazz viva sus novelas antes de escribirlas al igual que Julio Cortazar y de ese modo, su estado de felicidad sea anterior a la expresión sublime de su literatura. Todo lo que escribes Justo lleva el ritmo de la música. Las baladas y la improvisación melódica de Paul Desmond nos llevan a soñar y a recrear mundos imaginarios, a tomar un Martini blanco y a saborear la vida como lo haces tú, amigo Justo. Eres un encanto.

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