miércoles, 15 de enero de 2020

Tertulia en el Café Gijón sobre "El perseguidor" de Cortázar.

"Con ese Julio Cortázar era posible ser amigo, pero imposible intimar... Era un hombre eminentemente privado, con un mundo interior construido y preservado como una obra de arte al que probablemente solo Aurora tenía acceso".

Esto lo escribió Mario Vargas Llosa el año 1992 para el prólogo a la edición de Alfaguara de los "Cuentos completos" de Cortázar. Ayer hablamos en la tertulia del "Café Gijón" (en las fotografías) de uno de los grandes cuentos, "El perseguidor". Lo hicimos entre todos, Javier, Kati, Peter, Juana, Juan, Santiago, Victoria, Juan José, Andrés, Milagros, Eduardo, Mariwan, Holguín, Antonio Benicio y yo.

Y todo resultó apasionante. "Aquella noche de 1958 me sentaron junto a un muchacho muy alto y delgado, de cabellos cortísimos, lampiño, de grandes manos que movía al hablar... Solo al despedirnos me enteré -pasmado- que era el autor de "Bestiario" y de tantos textos leídos en la revista de Borges y Victoria Ocampo, "Sur", y el admirable traductor de las obras completas de Poe que yo había leído en dos voluminosos tomos publicados por la Universidad de Puerto Rico. Parecía mi contemporáneo y, en realidad, era veintidós años mayor que yo". Vargas Llosa habla desde el conocimento y la amistad que mantuvo en los sesenta, en París, con Cortázar y su primera mujer, Aurora, de la que pensaba que nunca se separaría. Ella fue la que lo cuidó en sus últimos días. A Cortázar se le conocen algunos romances, así como relaciones más bien platónicas, como con la alemana Edith Aron, que le inspiró a "La Maga", aquella caminante incansable por los callejones del París de "Rayuela". Fueron tres mujeres las que afectaron directamente a su vida y, en cierta medida, también a su obra, Aurora Bernárdez (6 años más joven), Ugné Karvelis (22 años más joven) y Carol Dunlop (32). Como suele suceder con los grandes escritores, su vida sentimental se mezcló con su obra literaria, pero en mi opinión lo importante es la obra, sus cuentos y, por encima de todo, "Rayuela", una novela inmortal. Y es que hablamos de tantas cosas en la tertulia, sobre Cortázar, "Rayuela", "El perseguidor", los distintos "perseguidores" del cuento, la mente del artista, el impulso para escribir, etc., que podríamos haber alargado la tertulia varias horas en vez de terminar a las 8.

Además, como la línea de Metro estaba cerrada por obras, a la vuelta Javier y yo nos subimos al autobús. En un determinado momento Javier mencionó al psicólogo, biólogo y epistemólogo suizo Jean Piaget y su teoría referida al desarrollo de habilidades y de la inteligencia, y empezamos otra tertulia improvisada sobre lo que podía haber en la mente de los escritores y los artistas, antes de que le sonara el móvil.

Era Bach:

https://www.youtube.com/watch?v=ho9rZjlsyYY




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