Me
gusta pasear por todas partes, por las ciudades, por el campo y por la
mente de los artistas. En este último caso necesito meterme en los
museos de arte contemporáneo para recordar que vivo en el siglo XXI.
Como la de todo el mundo, mi formación comienza en el inicio de los
tiempos, pero me siento claramente del mío. Y así presto atención a la
pintura, la escultura, la arquitectura, la música, el video, Internet y
la imaginación de los artistas de mi tiempo. Es la forma que tengo de
conversar con la alteridad, la fluidez y las posibilidades de
transformación. Los artistas de mi tiempo se preguntan sobre la
imposibilidad de conseguir la verdad de las cosas en una época de crisis
política y ecológica, donde se repiten los casos de ansiedad entre las
personas y muchos empiezan a cuestionar los propios derechos humanos. En
las fotografías he recogido las obras de Anne Lislegaard, Noruega,
1962, "El Maelström" 2017-2019, Patricia Domínguez, Santiago de Chile,
1984, "Ojos de plantas" 2019, y Nicolas Malevé, "Echando un vistazo a
ImageNet" 2019. Como soy incapaz de vivir sin música he buscado al joven
compositor nacido en Dresde Philipp Hermann que en su álbum de 2019
"Words" tiene una canción que se llama "Maelström". Mientras me tomo el
primer café de la mañana pienso en las dos primeras fotografías de
Lislegaard y el famoso remolino de Noruega. Ese maelström forma parte de
la mitología y por eso es tan actual.
https://www.youtube.com/watch?v=YUlkNAAHGEE
El arte contemporáneo sirve para suavizar las jerarquías rígidas y abrir los límites fijos, incluso por las matemáticas. Y desde luego para amueblar mi cabeza.
El arte contemporáneo sirve para suavizar las jerarquías rígidas y abrir los límites fijos, incluso por las matemáticas. Y desde luego para amueblar mi cabeza.
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