Ayer por la tarde estuve hablando de cine en el Club Cinema Librería Bravo
de Fuenlabrada. Lo hice de la película "El nadador", interpretada por
Burt Lancaster, pero en realidad lo hice de otra cosa, porque siempre
hablo de otra cosa cuando hablo. Nací en el siglo del cine, lo comencé a
ver en el televisor en blanco y negro de nuestros padres y nuestros
primeros sueños, mientras Alfonso Sánchez nos enseñaba a distinguir
entre Billy Wilder y William Wyler, viví
películas subido a aquella bicicleta verde de los veranos de mi
adolescencia que aún conservo, acudí año tras año al cine Alphaville
para ver las películas de Rohmer, Yimou, Allen y Almodóvar. Y me
enamoré, claro, y viví mi propia película que todavía continúo viviendo.
Por todo eso me gusta hacerme fotografías como las que he puesto en
este post, junto a otros enamorados del cine que viven en Fuenlabrada,
como los casos de Rosalia Gutiérrez Valencia, la primera persona que me habló de este club durante una tertulia en el "Café Gijón", Preciosa Nogueira,
la directora del club, con la que mantuve un divertido e interesante
diálogo sobre el cine y sus personajes, como John Ford, Groucho Marx,
Burt Lancaster y cualquier cosa que se nos ocurría, extendido a todos
los participantes, los poetas Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigañez, y un cariñoso grupo de personas que me cayeron muy bien y a los que, según me dijeron, yo también les caí muy bien.
Fue nuestra propia película durante una tarde de lluvia sobre la
Comunidad de Madrid. Y solo le falta la espléndida música de una
espléndida película, porque mi vida siempre ha tenido música, muchas
músicas de película: https://www.youtube.com/watch?v=nou5v9f1FyA
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