Había quedado en acercarme a su misa de todos los domingos a la que voy
a veces solo porque la imparte él, yo, que no soy más que un "santo
laico", como me define Javier. Y para comer después a su lado en ese
restaurante donde termina el autobús (me gusta acercarme a los sitios
donde terminan las cosas, al último faro de Finisterre, a la última
playa del Mediterráneo y el Cantábrico, a
la isla rodeada por el Océano y, por supuesto, al lugar donde terminan
los besos de ella para que vuelvan a comenzar). Esta mañana me apetece
estar con Javier Ruiz de Arcaute, aunque no pueda estar con él, y
volverme a poner ese sombrero de la fotografía y hacer el tonto, algo
que se me da como hongos. Javier es una de las personas más buenas que
he conocido, con las que más me he reído en mi vida y a las que más
quiero. Siempre ha estado a mi lado cuando lo he necesitado, y yo
siempre junto a él.
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