viernes, 13 de marzo de 2020

"La poesía se salva por los pequeños detalles", dijo la poeta polaca Wislawa Szymborska.

Ayer estuve leyendo el libro de poemas "El arca de Wislawa" (Torremozas, 2017) de la escritora mallorquina Lluïsa Lladó, afincada en Castellón, y que tuvo la amabilidad de enviarme hace unas semanas. A través de este libro expresa su amor y admiración por la poeta polaca, premio Nobel de 1996, y lo hace llenando el metafórico arca del título de hermosos detalles. Parece ser que su poesía caló en ella el día de su fallecimiento, que coincidió con su cumpleaños. Fue una época gris que gracias al influjo y la conexión con Szymborska fue remontada a través de viajes y el estudio de su obra desde un punto espiritual e intelectual. Lladó es una escritora culta, profunda y detallista de lo más cotidiano, seria e irónica, que ha leído y escrito mucha literatura antes de publicar, como se observa en el poema que se denomina "Soberanía", donde puede leerse: "Brindemos por la faz. / Por este o-este, / por Poe, Fuertes y Dante, Wislawa y Rodoreda, / por una noche de verano / con mangueras a chorro limpiando las aceras / y la oropéndola rugiendo tras las caras..." Al leer el nombre de la oropéndola me quedé pensando en ello un buen rato, y en su hermoso canto aflautado, símbolo de alegría y despreocupación en la más pura tradición. Así, por ejemplo, los chinos casi siempre confunden el canto de la golondrina con el canto de la oropéndola, al ser considerados ambos pruebas de alegría, felicidad y matrimonio feliz. Junto a ello, el simple hecho de que las crías no abandonen el nido paterno antes de volar hacia países mucho más cálidos durante los largos meses de invierno, hizo de la oropéndola el símbolo de la armonía familar y la dulzura del hogar. 

Leamos el interesante diálogo que se establece entre Wislawa Szymborska y Lluïsa Lladó a través de este libro, dos mujeres que hablan del mundo, la sociedad, el amor, la ecología y los pequeños detalles. 

Hacerlo es como escuchar el canto de la oropéndola.





1 comentario:

  1. Hoy más que nunca, deberíamos escuchar los silbidos sonoros y claros de la Oronpendola, de esa poesía que resuena y se escucha por los cantos de los bosques, por los valles fluviales cercanos al agua, de su fluir. En tiempos de crisis es esencial sentir el ritmo y la musicalidad del poema, la cadencia poética, la sonoridad de la palabra y la entonación de la palabra. Todos los poemas Justo Sotelo de la gran Wislawa Szymborska hablan del amor y de los seres que nos acompañan en la vida y también de los sueños. Quizá se encuentre en su obra igual que en la tuya, amigo escritor, el sentido y la referencia de la palabra, del signo, del lenguaje y solo a través de ellos, se profundice en los pasadizos literarios que os definen a ambos. Sin duda leeré ese libro que nos recomiendas de Lluïsa Lladó. Un beso a los dos.

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