Hoy me he levantado tontorrón. Ya sé que es
jueves y que voy a estar todo el día dando clase, pero antes quiero
escuchar a la cantante portuguesa Cuca Roseta, que interpreta de
maravilla los fados, y también las canciones melódicas más corrientes.
Obviamente, soy demasiado humano, como diría Nietzsche más allá del bien
y del mal, quizá entre Dionisos y Apolo, con los que siempre me ha
gustado tomarme una copa de vino. Al mediodía volveré a hacerlo. Me
levantaré, me acercaré a ella, moveré
levemente la silla hacia atrás para que se siente. Miraremos la carta,
aunque no podamos dejar de mirarnos a los ojos. La copa de vino se nos
subirá a la cabeza. También lo sabía el lobo estepario de Hermann Hesse,
pero esa quizá sea otra historia. Él nunca ha sabido disfrutar de una
comida mientras te miraba a los ojos a través de una copa de vino.
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