lunes, 6 de abril de 2020

"En torno a Gilda".

Ella le dijo que se sentía como Gilda, "si fuera un rancho me llamarían tierra de nadie", y él le respondió que Gilda siempre había estado enamorada de Johnny Farrell, aunque se fuera con otros.

No sé si el otro día escuché la conversación en alguna parte o simplemente me la imaginé mientras leía un libro sobre cine, justo en el punto donde Rita Hayworth dice que los hombres se acostaban con Gilda, pero se levantaban con ella. Esta noche he vuelto a ver la película de 1946, una de las historias más fascinantes que se han hecho en Hollywood, donde él y ella están muy enamorados, pero no son capaces de vivir juntos. Ella se casa con otro ya que no ha podido soportar que él la dejara plantada. Sus acciones denotan una estrategia para recuperarle mediante el uso de los celos, pero, lejos de lograr su propósito, lo que consigue es sembrar la semilla de un profundo odio en él envenenando de ese modo la relación cuando se reencuentran. Después está la mítica canción con la que ella escandalizó a medio mundo tras "desnudarse" un brazo, una escena que acaba con la famosa bofetada. Está claro que eran otros tiempos, aunque quizá no tan lejanos. En la Gran Vía de Madrid los exaltados y moralistas de siempre rompieron los carteles cuando se estrenó aquí, y en el atolón Bikini los soldados norteamericanos lanzaron una bomba nuclear con el nombre de Gilda e incluso el rostro de Rita Hayworth. Quizá los seres humanos hayamos cambiado mucho; quizá nos cambien las pandemias y el acceso a una mayor cultura. Siempre me planteo las mismas cosas y casi nunca acierto a dar con una respuesta que me convenza. A veces tengo la sensación de que es el miedo el que dicta los comportamientos; miedo a quedarse solo, a no ser querido, a ser pobre, a ser feo, a envejecer.

Al final él y ella se quedaron juntos, por supuesto, aunque nunca sabré con quién se levantaban cada mañana:

https://www.youtube.com/watch?v=YnBmbsDan5s



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