Ayer atardecía
lánguidamente y coloqué tres libros encima de la mesa. Los miré durante
varios minutos. Uno era de Carl Jung, otro de Gilbert Durand y el
tercero de Claudio Rodríguez. Al cabo de un rato me acordé de esta foto,
donde estoy haciendo el ganso y tumbado sobre las raíces de un inmenso
árbol del parque García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife, planificado
en 1926. Gilbert Durand es un filósofo francés que se hizo célebre por
su libro "Las estructuras antropológicas del imaginario", de 1960, que
supuso, entre otras cosas, la incorporación de la Mitocrítica a los
Estudios Literarios, tal y como me enseñó en la Universidad Complutense
mi maestro Antonio García Berrio, uno de los mayores expertos en Teoría
de la Literatura del mundo. Y yo también lo apliqué, en parte, en la
tesis que escribí sobre las novelas de Haruki Murakami. Para Durand el
hombre pertenece al régimen simbólico "diurno" (es la lanza, la espada) y
la mujer al "nocturno" (es el cáliz, la raíz). Por cierto, Durand nació
en el Chamberí francés, mientras que yo lo hice en el Chamberí
madrileño. Y la fotografía que he compartido tiene que ver con la
síntesis de los dos regímenes, el diurno y el nocturno, que no es otra
que la "cópula". Uno de los libros de poemas españoles que más aprecio,
"Don de la ebriedad" (1953), el primero que escribió Claudio Rodríguez,
con esa claridad que viene del cielo y que inspiró uno de mis "Cuentos
de los otros", está recorrido por ese simbolismo, tan del gusto de Carl
Jung, resumido en "El hombre y sus símbolos". Mi posición en la
fotografía, recostado sobre el útero simbólico de la mujer, representa
de alguna forma tal idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario