La vida es vivir, amar, pasear, viajar, escribir, soñar. La vida siempre se abre paso, como diría Darwin.
Ayer por la tarde nos conectamos unos cuantos tertulianos a través de
una plataforma que usa Peter Redwhite en su trabajo desde Moguer -su
pueblo y el de Juan Ramón Jiménez y "Platero y él"-, con la intención de
reanudar nuestras tertulias del "Café Gijón" de los martes (Almudena
Mestre, Juana Vázquez, Eduardo Larrocha,
Antonio Infante, Concha Galán, Johana Roldán, que nos enseñó el cuadro
que está terminando estos días dedicado, como no podía ser de otra
forma, a los abrazos o a la falta de ellos). Los fallos de conexión
resultaron inevitables y varios tertulianos no lograron acceder (la
actriz María Rodríguez Velasco desde Extremadura, la poeta Ruth González
desde Aranjuez, Santiago Martínez desde un lugar más cercano, el barrio
de Prosperidad, o Javier del Prado que me dijo que estaba triste y que
nos acompañará el próximo martes). Y a otros, como Pepo Paz, no les
funcionó el micrófono.
De
todas formas, los amantes de la literatura, los libros y el arte somos
una especie difícil de extinguir. No me importaría haber acompañado a
Darwin en su viaje por el mundo y a las islas Galápagos. Hace unos 130
millones de años las primeras plantas con flores aparecieron en la
Tierra, más tarde se extendieron y se diversificaron en 300.000
especies. Y hubo personas que las vieron, las admiraron y escribieron
sobre ellas.
Algunos los llaman poetas.
Algunos los llaman poetas.
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