miércoles, 6 de mayo de 2020

La trilogía de Beckett.

10 a.m. de hace cinco días.

Empiezo a releer "Molloy" después de un paseo por la Gran Vía.
"Estoy en el cuarto de mi madre. Ahora soy yo quien vive aquí. No recuerdo cómo llegué. En una ambulancia, en todo caso en un vehículo. Me ayudaron. Yo solo no habría llegado nunca. Quizá estoy aquí gracias a este hombre que viene cada semana. Aunque él lo niega. Me da un poco de dinero y se lleva los papeles. Tantos papeles, tanto dinero. Sí, ahora vuelvo a trabajar, un poco como antes, solo que ya no me acuerdo de cómo se trabaja. Tampoco parece que eso tenga mucha importancia. A mí lo que ahora me gustaría es hablar de las cosas que aún me quedan, despedirme, terminar de morirme de una vez. No me dejan. Si, parece que son varios. Pero siempre viene el mismo. «Más tarde, más tarde», me dice. Bueno. La verdad es que mucha voluntad ya no me queda. Cuando viene a recoger los nuevos papeles trae los de la semana anterior. Vienen señalados con signos que no comprendo. Tampoco me tomo la molestia de releerlos. Y cuando no he hecho nada, no me da nada y gruñe un poco. Pero no trabajo por dinero. ¿Por qué trabajo? No lo sé..."

Samuel Beckett nació en 1906 en Dublín y murió en 1989 en París. Fue asistente y discípulo de Joyce. Recibió el Nobel de Literatura en 1969. Su obra más conocida es el drama "Esperando a Godot". A mí me fascinó cuando con veintipocos años leí su trilogía de novelas "Molloy", "Malone muere" y "El innombrable", donde cambió el inglés por el francés y publicó a principios de los 50. 

11 a.m. de hace dos días.

Dedico varias horas a releer "Malone Muere", donde ya no hay ni lugar ni acción.

16 p.m. de hoy.

Termino de releer "El innombrable", donde solo existe una voz que habla, sin tiempo ni espacio, hasta extinguirse.

Son tres de las novelas más importantes del siglo XX y yo uno de los tipos más afortunados de este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario