lunes, 4 de mayo de 2020

"Esa necesidad de sentirnos cerca, en tiempos del Covid-19".

Se habla tanto de que mantengamos la distancia de seguridad, de que los otros estén lejos para que no nos contaminen (por cierto, qué palabra más ofensiva), de que el mundo que nos espera vendrá sin besos y sin abrazos. Sin caricias. Ayer vi por la calle a varias parejas de la mano, sobre todo del mismo sexo (era en el barrio de Chueca, uno de los que más me gustan de Madrid) y me acordé del detalle de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. Una de las asignaturas obligatorias de la carrera de literatura que hice en su día fue la "Biblia", y no he olvidado la manera culta y entretenida en que nos la explicó el profesor, Francisco Javier Fernández Vallina, como este instante del Antiguo Testamento. Joyce, Faulkner y Borges, entre otros escritores de todas las épocas, no hubieran escrito nada interesante y complejo de haber desconocido esta obra. Dejando aparte el contenido espiritual y religioso, observo mucha literatura en esos dos planos de la realidad de la fotografía, el derecho, con Dios, y el izquierdo, con un Adán acostado y muy lánguido. Entre los dos planos se encuentra la imagen central que le otorga el poder enigmático al fresco, la escena de las manos de ambos personajes hacia el encuentro del otro para situarse en un mismo plano en el que casi se tocan las puntas de sus dedos índices. El suspenso que crea ese espacio mínimo entre los dos seres supone la alegoría perfecta del origen del ser humano, a través de la búsqueda de lo divino. Al llegar de paseo a casa por la noche me dediqué a ver una película que he visto infinidad de veces, supongo que como todo el mundo, y que nos cuenta un triángulo amoroso, heterosexual, homosexual e incluso espiritual, en tiempos de Jesús, y con una carrera de caballos tan inolvidable como compleja. Es una película que ha influido en la mayoría de los directores americanos de la década de los 70 en adelante. Cuando yo era un adolescente se repuso en los cines Conde Duque, y la vi varias veces con mis padres. 

La música se acerca a una sinfonía:

https://www.youtube.com/watch?v=fmoWJ4R8c-E

No, no quiero un mundo sin caricias y música, sin errores y equivocaciones. Un mundo sin seres humanos.

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