Anoche estuve viendo "Un día en el campo", una película de Jean Renoir
de 1936, en realidad un mediometraje que no consiguió acabar por
cuestiones económicas, pero que, como todas sus películas, marcó
claramente el cine francés entre los años 1930 y 1950, antes de abrir la
puerta a la "Nouvelle Vague". Junto a esta película, hay otras tres que
también forman parte de mi filmoteca particular, "La gran ilusión" (1937), "La regla del juego" (1939) y "El río" (1950).
Una familia pasa un domingo junto al Sena. Mientras los hombres duermen
la siesta, unos jóvenes remeros invitan a la madre y a la hija a dar un
paseo en barca, que se convertirá en algo más que una inocente
excursión fluvial. El "affaire" de la madre será carnal, mientras que el
de la hija no pasará de un beso inocente entre los cañaverales mientras
canta un ruiseñor (son las fotografías 2 y 3). La historia se basa en
un relato de Guy de Maupassant, de 1881, que Renoir utiliza para
explorar los márgenes del Sena y la isla de Francia a través de un
homenaje a su padre, el pintor Pierre-Auguste Renoir (fotografía 4). Sus
cuadros aparecen en la película con el fin de reflexionar sobre la
relación existente entre el cine y la pintura, que a mí me conduce a la
fórmula latina "Ut pictura poesis", a la que tanto me gusta referirme
tras estudiar la "Poética" de Horacio (la famosísima "Epístola a los
Pisones"). La primera fotografía resume otro "día de campo" de hace un
tiempo con José Ramón Cano, Antonio Zaballos y Yolanda González, en la
paradisíaca finca de esta última en la Sierra de Francia. A mi lado está
"Suerte", el perro de Yolanda.
Mientras me tomo un café pienso que tal vez las cuatro fotografías sean la misma manera de plasmar la elipsis simbólica del paso del tiempo, con esa mezcla entre la ficción y la realidad, el arte con la naturaleza, la pintura con la poesía y el cine, a partir de un conjunto de elementos comunes como la luz, el color y la forma a la hora de elaborar el plano, así como una mímesis ligada y obtenida del espacio de la representación.
Mientras me tomo un café pienso que tal vez las cuatro fotografías sean la misma manera de plasmar la elipsis simbólica del paso del tiempo, con esa mezcla entre la ficción y la realidad, el arte con la naturaleza, la pintura con la poesía y el cine, a partir de un conjunto de elementos comunes como la luz, el color y la forma a la hora de elaborar el plano, así como una mímesis ligada y obtenida del espacio de la representación.
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