La tercera película del director británico Kenneth Branagh es la que
más me gusta de su larga filmografía. Recuerdo perfectamente cuando la
vimos en 1991 en los cines Alphaville de Madrid, que ahora se llaman
Golem. Siempre es un placer volverla a ver. Lo mismo me sucede con las
tertulias literarias, como la que mantuvimos ayer con el escritor Peter
Redwhite, una fiesta de la literatura. En la película la excusa es
una fiesta en la que Peter invitará a sus mejores amigos, a los que no
ve desde hace muchos años, a celebrar la Nochevieja en su mansión. Son
los amigos entrañables del colegio, con los que representaba obras de
teatro y revistas musicales. Juntos se divierten, pero también salen a
relucir sus problemas, sus sueños y esperanzas rotas. En la tertulia
literaria virtual de ayer por la tarde, Peter nos invitó a conocer el
proceso creativo del libro que está a punto de publicar, sus
motivaciones más íntimas, la evidente interrelación entre el cine, la
música y la literatura. El tren es el escenario que Peter ha elegido
para contarnos su historia, a lo Hitchcock (por lo que pedí a nuestro
tertuliano y crítico cinematográfico Eduardo Larrocha que nos hable en
una próxima tertulia, como hizo durante toda su vida en "El ojo crítico"
de RNE, del cine de este otro director inglés, uno de los más grandes
de la historia).
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