martes, 12 de mayo de 2020

Tertulia virtual del Café Gijón del martes 12 de mayo de 2020

El escritor Peter Redwhite va a publicar pronto un nuevo libro y lo queremos celebrar en la tertulia virtual del "Café Gijón" de esta tarde, como siempre a las 18.30.

El otro día me escribió lo siguiente desde su Moguer natal, que es donde le ha cogido este confinamiento: 

"Muy pronto, la editorial Berenice, del Grupo Almuzara, publicará mi nuevo libro "El precio que pagas", un texto a caballo entre la ficción y la no ficción (se podría definir como no ficción dentro de un marco ficticio). Un narrador en primera persona cuenta un viaje en tren desde Huelva a Madrid donde el presente y el pasado se entremezclan. Muchas de las novedades literarias actuales son de auto ficción o biografías noveladas, y me planteo ¿cuál es la frontera entre la vida y la literatura (o el arte en general)? ¿Tiene sentido contar nuestras intimidades sin filtro alguno? Como pretexto para hablar de temas que nos interesan (ficción y no ficción, narrador y autor, el proceso creativo, las diferencias entre el lenguaje de la literatura y los lenguajes del cine o la música), trataré de contestar a estas preguntas. También estaría bien conocer vuestras respuestas".

Le adelanto a Peter mi opinión sobre su pregunta, aunque la conoce porque la he manifestado infinidad de veces. No, no tiene sentido contar sin más ningún tipo de intimidades. Estas pueden interesarle al autor y a su familia y amigos; lo que resulta respetable. A mí lo que me interesa es la literatura, la buena literatura, y esa requiere dos condiciones, saber escribir y tener algo que contar. Se me olvidaban la inteligencia, la sensibilidad y la creatividad. Como sucedió con el primer libro de ficción de Peter, "Cortos americanos" (2013), del que escribí el prólogo y presenté junto a mi buena amiga Sonia Sánchez, que es doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, en el Café Este Oste del barrio de Malasaña (en la fotografía donde también veo al artista Santiago Martínez), que luego se llamaría Puro Teatro. En ese lugar quise hacer mis tertulias unos años, a pesar de que el dueño del Café Gijón (un querido ex alumno) llevaba varios años ofreciéndome su mítico Café. 

Y ahora toca estirar las piernas para seguir viviendo la literatura que quiero escribir.

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