El kilómetro cuadrado que puedo recorrer en estos tiempos de Covid-19
es inmenso. En él caben las personas que amo, las calles que me definen,
los libros que he leído y escrito, la música que escucho aunque sepa
que todo está en silencio, las películas que nunca ponen The End al
final, las jóvenes miradas de mis alumnos. Las ciudades que sé deletrear
de tanto perderme en ellas, los bocadillos que me preparaba mi madre
antes de ir al colegio, la sonrisa de mi padre cuando le entregaba las
notas, los paseos en bicicleta de mi adolescencia. Son los viajes en
tren y avión a lo largo de la historia de mi vida y de las otras vidas.
Ayer estuve corriendo por las calles de Madrid y encontré más poesía en la mirada de la gente que en el interior de los libros.
Ayer estuve corriendo por las calles de Madrid y encontré más poesía en la mirada de la gente que en el interior de los libros.
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