El otro día
unos alumnos me dijeron que era una lástima que no fuera yo el
presidente del gobierno. Curiosamente, esa misma noche unos amigos me
comentaron algo parecido tras escuchar la entrevista que me hicieron
unos estudiantes para una radio que se emite en Instagram. Esto me lo
han dicho otras veces a lo largo de mi vida, con independencia del
momento histórico y de quién gobernara en España. En alguna ocasión he
contado que los dos principales partidos
de este país me han ofrecido ser director general con sus gobiernos (en
concreto de Medio Ambiente), y en ambas ocasiones dije que no. Es
cierto que he estudiado los fundamentos políticos y económicos de las
sociedades actuales (lo hice por ejemplo en mi Memoria de Cátedra), y
que considero que todos los seres humanos somos imprescindibles en el
engranaje histórico que llamamos Democracia. Aun así, lo que me divierte
es ser profesor, escritor y llevar una vida lo más bohemia,
independiente y artística posible.
Hoy, al despertar, me he acordado de Antonio Zaballos, el artista de Béjar, uno de mis íntimos amigos.
Esta es una fotografía que me sacó en la cafetería del Centro de Arte Reina Sofía. Antonio se encontraba en Madrid para asistir a un curso de dibujo; a pesar de que lo sabía casi todo de la técnica, deseaba seguir aprendiendo. Por eso era de los artistas grandes. Quedamos a tomar algo en el museo, y Antonio se empeñó en hacer conmigo una composición al estilo de Braque o Picasso, un bodegón que se llamaría, por ejemplo, "Paisaje con figuras" o "El escritor que se quedó dormido mientras le sacaban fotos en un museo". Y yo lo que quería era echarme la siesta en cualquier lugar, porque estaba cansado de dar clase. Nunca me ha importado dormir donde sea, y menos todavía en un museo de arte contemporáneo, el arte de mi época, rodeado de cuadros y de gente. Si tuviera que elegir un museo para dormir la siesta siempre elegiría el Reina Sofía, no solo porque ahí he visto películas de arte y ensayo, performances, apuestas arriesgadas por lo actual e incluso por el futuro -además de escribir varios fragmentos de mis novelas-, sino porque me gustaría dormir un rato al lado de Picasso, Miró, Calder, Saura, Ángeles Santos, Kandinsky, Dalí, Hamilton, Pape, Gris, Solana, López, Jacoby o Carl André.
El pasado y el presente son míos, por eso sé que también me pertenece el futuro.
(Para Antonio, mi querido Antonio. Sé que en el lugar donde estás sigues atrapando la luz y disfrutando con mis extravagancias).
Esta es una fotografía que me sacó en la cafetería del Centro de Arte Reina Sofía. Antonio se encontraba en Madrid para asistir a un curso de dibujo; a pesar de que lo sabía casi todo de la técnica, deseaba seguir aprendiendo. Por eso era de los artistas grandes. Quedamos a tomar algo en el museo, y Antonio se empeñó en hacer conmigo una composición al estilo de Braque o Picasso, un bodegón que se llamaría, por ejemplo, "Paisaje con figuras" o "El escritor que se quedó dormido mientras le sacaban fotos en un museo". Y yo lo que quería era echarme la siesta en cualquier lugar, porque estaba cansado de dar clase. Nunca me ha importado dormir donde sea, y menos todavía en un museo de arte contemporáneo, el arte de mi época, rodeado de cuadros y de gente. Si tuviera que elegir un museo para dormir la siesta siempre elegiría el Reina Sofía, no solo porque ahí he visto películas de arte y ensayo, performances, apuestas arriesgadas por lo actual e incluso por el futuro -además de escribir varios fragmentos de mis novelas-, sino porque me gustaría dormir un rato al lado de Picasso, Miró, Calder, Saura, Ángeles Santos, Kandinsky, Dalí, Hamilton, Pape, Gris, Solana, López, Jacoby o Carl André.
El pasado y el presente son míos, por eso sé que también me pertenece el futuro.
(Para Antonio, mi querido Antonio. Sé que en el lugar donde estás sigues atrapando la luz y disfrutando con mis extravagancias).
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