Con esa frase terminé el
máster sobre "Geoestrategia internacional" que he impartido estas
semanas. Entre los alumnos, un jordano, una ucraniana, un venezolano y
varios españoles. No creo que las cosas vayan a cambiar tras la pandemia
y posterior crisis económica, dije igualmente a mis alumnos. Y eso es
porque ya llevaban cambiando desde hace mucho tiempo. Cada año que pasa
la concienciación ecológica resulta más evidente entre las nuevas generaciones,
y el hecho lógico de que sigan disminuyendo las diferencias económicas
entre los países. El mensaje que envía la Unión Europea desde hace
varias décadas, para respetar y defender los Derechos Humanos, está
calando en la juventud de todo el mundo, con independencia de la
situación económica, política, religiosa y cultural. Y no olvidemos que
los jóvenes son mayoría en los países menos desarrollados. En este
sentido me parece que Internet lo está democratizando todo, el nivel
cultural aumenta sin cesar, la expansión de China es imparable, las
posiciones de los países en Oriente Medio son cada vez más
significativas en busca de la mejora de su nivel de vida (he compartido
una transparencia de clase sobre el traspaso de agua entre el Mar Rojo y
el Mar Muerto, y otras de Estados Unidos, el Congo y el sudeste
asiático). Por ejemplo, el sudeste asiático no deja de moverse, ya que
está habitado por una juventud deseosa de aprender, como ocurre en
muchos paises africanos, en los que la gente piensa, siente, sufre,
estudia y disfruta como en cualquier lugar de este mundo. La palabra
esencial para lograr la libertad y el desarrollo se llama Democracia. Lo
dijo el Nobel indio de economía Amartya Sen, profesor de Cambridge y
Harvard, entre otras universidades, y yo soy uno de sus grandes
lectores, sobre el que además he escrito algunas cosas.
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