La pintora y arqueóloga Johana Roldán Lorente, "Jante", pintó la portada de mi último libro de cuentos. El otro día realizó una performance dibujando en directo delante del público, junto a otras pintoras. Al ver el video me vino a la cabeza una escena de "Pollock", la segunda película dirigida por el actor Ed Harris, que siempre recuerdo en "Las horas", la estremecedora película basada en "La señora Dalloway", de Virginia Woolf. La película de Harris no es perfecta, pero la parte que dedica a la evolución de la pintura de Pollock me resulta muy interesante. Hijo de un granjero, Pollock pasó su infancia en Wyoming, Arizona y California. Sabía que, si no lograba ir a París, un artista tenía que ir al menos a Nueva York y ahí estudió en el Art Students League, donde conoció la pintura de los muralistas mexicanos y al Greco. Comenzó con obras figurativas, pero al final de los 30 se interesó por la abstracción. En 1947 apareció la leyenda, que habla de un bote de pintura derramado en el lienzo. Pollock "creó" el llamado "dripping"; en lugar de utilizar caballete y pinceles, colocaba en el suelo el lienzo y sobre él dejaba gotear la pintura. En ese momento no sabía que estaba creando el expresionismo abstracto, el primer estilo completamente estadounidense. Después se teorizaron los "fractales". El año 1999 los científicos australianos Taylor, Micolich y Jonas publicaron en la prestigiosa revista "Nature" el artículo "Fractal analysis of Pollock's drip paintings", donde mostraban que sus pinturas respetaban el principio de autosimilitud y que sus cuadros tenían estructuras fractales, generadas por cómo escurría la pintura y la configuración geométrica que seguían los regueros que lanzaba el pintor en sus recorridos alrededor del cuadro. Se calculó la dimensión fractal de sus cuadros y se vio que desde poco mayores de 1 a mediados de los 40 fue aumentando de regularmente hasta llegar en 1952 a cerca de 1,7 en los patrones caóticos generados y de 1,9 para la dimensión de las configuraciones caóticas.
Siempre he pensado que Pollock no sabía que estaba simulando modelos matemáticos, ni que era un genio. En este video vive justo ese instante creativo:
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