viernes, 10 de julio de 2020

Vas paseando por Madrid y de pronto te encuentras en Roma y entre las páginas de "Memorias de Adriano".

Eso me pasó el otro día en el rincón de la fotografía donde estuve leyendo durante un rato. En realidad más que leer el libro que llevaba encima, aquel lugar me transportó a otro de los libros de mi vida, "Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar. Es mucho más que una novela histórica, tal vez la representación más cercana a lo que entiendo por poesía pura, además con la mítica traducción al español de Julio Cortázar. Ayer hablaba por aquí del escritor argentino. Me divierten las conexiones que soy capaz de vivir y de reflexionar. Y de eso va la novela de Yourcenar, de reflexionar sobre el arte de vivir, en un tiempo en que el hombre estaba solo y sin dioses (como diría Flaubert). El emperador Adriano ya es mayor y, previendo la proximidad de la muerte, escribe una extensa carta al joven Marco Aurelio, que es un bello compendio de reflexiones sobre la vida, la vejez, la política y la biografía de la autora. Todo ello se consigue con la fusión de la ética y la estética, y una combinación de conocimiento, disciplina y hedonismo. Lo fascinante es que en la novela puedes encontrar las tres ideas clásicas griegas, la Humanitas, la Felicitas y la Libertas.

Recuerdo que cuando era joven ligaba mucho hablando a las chicas de esta novela (a los chicos también les gustaba).



1 comentario:

  1. "Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño". Mi libro. Un abrazo. Y enhorabuena por todo.

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