domingo, 12 de julio de 2020

"El otro día con el escritor Rafael Soler en la terracita del Café Comercial, uno de los Cafés centenarios de Madrid".

Como Rafael es uno de los dueños del Comercial, pensamos que era el sitio ideal para tomarnos un café y, en su caso, un Gin-tonic (una de sus novelas se titula casualmente "El último Gin-tonic). Rafael es vicepresidente de ACE (Asociación Colegial de Escritores de España), novelista, poeta y profesor, y acaba de publicar una nueva novela, "Necesito una isla grande". Me la llevó y dedicó con afecto. Plantea la posibilidad de vivir hasta el final sin sentirse prescindible por la sociedad y uno mismo. Le he prometido leerla y escribir una reseña. Hablamos de cómo veíamos el mundillo literario de este país, y se refirió al Fondo Covid 19 creado por CEDRO, dotado con medio millón de euros y destinado a escritores y traductores en dificultades, a propuesta de Manuel Rico, presidente de ACE. En cierto momento salió a relucir un tema que relacionó a nuestros padres, y es que ambos fueron carabineros con la República y perdieron aquella guerra. Su padre no se exilió, como le ocurrió al mío, pero vivió de cerca la muerte de algunos amigos, por ejemplo, en la batalla del Ebro.

Me tomo el primer café de la mañana. Está chispeando en la calle. Huele a tierra mojada, aunque estoy rodeado del asfalto de la ciudad, que es donde me gusta vivir. Hay algo de la Física Cuántica que nos afecta en este siglo XXI o, más bien, de la Teoría del Caos.

Y tengo que entenderlo para poder contarlo.






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