lunes, 20 de julio de 2020

"Marsé, Serrano Balasch, un poema que este me dedicó ayer y la fotografía antigua de una cala de la Costa Brava".

Ayer me pasé el día conduciendo. El viaje siempre tiene un punto de salida y otro de llegada, aunque tardes mucho en llegar, como sabían bien Ulises y Penélope. Ya en casa me enteré de que se nos había muerto el novelista barcelonés Juan Marsé. Confieso que no lo he leído bien; le gustaba más a mi hermano que a mí. Por supuesto que conozco Encerrados, Teresa, Montse y alguna cosa más que andaba por casa, pero para mí Marsé era como un padre literario, casi un abuelo con el que hablaba poco, y que siempre había estado ahí, con Franco o contra Franco, al que miraba de soslayo. De adolescente me fijaba más en los extranjeros, en las cosas que se traducían de Miller o en el primer Vargas Llosa y todo lo que viniera de Francia, Artaud, Vian, Camus, etcétera. Lo español me sonaba a "viejo", incluso el mejor Cela o un Benet que quería imitar demasiado a Joyce. Para eso prefería leer al propio Joyce, a Faulkner, a Woolf, a los franceses como Perec. Como me dijo hace no mucho tomando un café en el Café Comercial Javier Valenzuela, que fue director adjunto de El País, hasta que lo echaron, como a tantos, en torno a la muerte de Franco se formaron en España los típicos grupos de poder, cultural, político, económico, y te admitían o te quedabas fuera. Y eso pasó con el grupo de amigos de Barral de la burguesía intelectual catalana y otros grupos de amigos. Vamos, como durante el franquismo, pero ahora con Democracia.

Me enteré de la muerte de Marsé porque al llegar a casa me encontré en esta red social que un barcelonés de su misma edad, Ramón Serrano Balasch, me había dedicado un poema, inspirado en el breve texto que escribí a propósito de una playa y el amor, aunque no pretendía hablar ni de amor ni de playas. Ramón era amigo de Marsé desde 1965 y es amigo en esta red social desde hace ya un tiempo, donde me parece un hombre encantador. Como decía nació en Barcelona en 1933, como Marsé, y vive entre esta ciudad y la Calella de Palafrugell, en la Costa Brava. En 1953 publicó su primer cuento. En 1956 inició una revista mensual de Artes y Letras que vio seis números y fue cerrada por marxista y existencialista. En 1961 fue redactor de la revista económica francesa "Le Marché Commune Européen". En 1963 fundó, con varios socios, el Instituto de Estudios Afroasiáticos, que con el anagrama "Ryace" organizó la participación en la Feria de Barcelona de países de Àfrica y Asia. En 1969 fue nombrado el primer director de Dopesa, editorial periodística sobre temas de actualidad. Tras otros problemas con el franquismo marchó a México como director de la editorial Labor Mexicana de donde regresó para dirigir la editorial Euros del diario barcelonés La Vanguardia, y de allí pasó a Madrid para dirigir los libros de Cambio 16. Tras unos años como agente literario fundó la editorial con capital familiar Flor del viento ediciones, de libros de no ficción, en donde permaneció 18 años hasta su jubilación a los 79 años. Ha publicado ocho libros de poemas y seis novelas, más cuatro libros de no ficción. Está en posesión del Premio a la Lealtad Republicana 1999, que otorga la Asociación Manuel Azaña.

Y este es el poema que me dedicó, con una foto de la Costa Brava. Yo también tengo mi propia cala en la Costa Brava a la que voy desde los veintitantos años, en Port-Bou, donde, por cierto, se suicidó uno de los filósofos que me interesan, Walter Benjamin.

EL AMOR A MI PLAYA

a Justo Sotelo

Hacer el amor a mi playa
esparcir besos por su orilla
para que el bordado del mar
les ponga cenefa blanca
cavaré un hueco en la arena
para enterrar los te quiero
que muy quedo en tu oído
desde muy joven te he susurrado
buscaré en tu ombligo tostado
por el sol que sus caricias te manda
caracolitas y zapatillas anacaradas
para guardarlas en el arcón
como si fueran esmeraldas
el color de las aguas nítidas
que tus partes íntimas bañan
me abrazaré contigo
para tomarte entera y lánguida
te protegeré con mi sombra
de los cuervos y otras aves parvas
besaré de nuevo tus arenas
te rozaré hasta turbarte
tu sensualidad me emociona
tu vientre mis piernas cabalga
¡qué bonitos pechos te dibujó
el niño de ojos negros
con su cubo y su pala!
voy a explorar tu monte de Venus
con mis manos de guante escarlata
llenaré mi boca de ti
dulce arena de las madrugadas
te declararé mi amor eterno
entre las arenas mojadas
y las aguas transparentes
cuajadas de esmeraldas
talladas por los vientos marinos
y la luna plena redonda
vestida de nueva plata


es el amor que te tengo
lo que enturbia mi alma
quisiera llevarte lejos
donde tengo una cabaña
enrollar tus arenales
verter en mis odres tus aguas
y poner en un canuto
los ardientes rayos de sol
y marchar todos juntos a casa.


(Ramón Serrano, 19 de julio 2020. Foto: cala Aigua--Xelida. Costa Brava).

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