María Rodríguez Velasco, que es psicóloga, profesora, actriz y que tiene un asombroso parecido físico con Audrey Hepburn es una de las personas con más encanto que conozco. Toda su persona rebosa buen gusto, educación, inteligencia y profundidad. Ayer nos pasamos un rato discutiendo sobre una película de Hepburn, "Sola en la oscuridad", que a ella le parece muy buena y a mí solo buena (segunda foto). María defiende la idea de que Audrey era una gran actriz y no está encasillada en varias películas míticas y la ropa de Hubert de Givenchy. No voy a dudar a estas alturas de su talento de actriz, pero a mí me parece que siempre será la Holly Golightly de "Desayuno con diamantes". Con ese personaje se ha convertido en uno de esos arquetipos de los que habla Jung. Es un mito y a la vez un símbolo de la sofisticación, la delicadeza y el buen gusto, y como se afirma en la obra maestra de John Ford, "El hombre que mató a Liberty Valance", cuando la leyenda supera a la realidad, se cuenta la leyenda. Es algo que expresé, literariamente, en "El novio embrujado", uno de mis "Cuentos de los viernes" (2015, Bartleby, p. 45):
"Todo comenzó con el trabajo de campo de un folclorista rumano. En una aldea le hablaron de una balada sobre un novio embrujado por una celosa hada que lo empujó a un precipicio unos días antes de la boda.
Un grupo de pastores encontró el cadáver del joven y lo llevó a la aldea, donde la novia le cantó un precioso lamento funerario. A su pregunta de cuándo ocurrió tal acontecimiento, dijeron al folclorista que había sido mucho tiempo atrás, in illo tempore. Ante su insistencia, admitieron que los hechos se remontaban cuarenta años y que la novia aún vivía. Sin embargo, cuando el folclorista se entrevistó con ella (ya una señora mayor), esta le aseguró que su novio se había caído por un barranco, y murió horas después entre dolores terribles.
Tras regresar a la aldea, el folclorista contó la verdadera historia, pero la gente le dijo que la vieja había tenido que olvidarse de todo después de tanto tiempo".
La primera fotografía es de María en Viena el año pasado. Allí podría haber bailado un vals. En la obra de teatro de Arthur Miller "Después de la caída", dos personajes mantienen este diálogo:
-Siempre creí que el Danubio era azul.
-Solo en el vals. Aunque cambia un poco cerca de Viena. Tal vez por respeto a Strauss.
Debería terminar con el vals de Struss, pero voy a dar una vuelta de tuerca más a este texto. Hay un vals arrebatador de Khachaturian en Youtube que ilustra una versión moderna de "Guerra y paz". Audrey fue la Natasha de Tolstói en la versión clásica de Vidor de los 50 (tercera foto) y no baila este vals y tampoco lo hace María, pero cuando la leyenda supera a la realidad hasta yo bailo un vals, aunque nunca he sabido si me apetecía ser Pierre Bezújov o Andrei Bolkonski:
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