viernes, 31 de julio de 2020

"Cuando la literatura y el arte se dan la mano, y buscan reflexionar sobre el mundo que nos ha tocado vivir".

Antonio Tello Argüello (Villa Dolores, Córdoba, 3 de agosto de 1945) es un poeta y narrador argentino afincado en Barcelona desde hace muchos años que ayer continuó con la idea de lo bello, lo sublime y lo siniestro a partir de mis últimas publicaciones sobre el tema. Me apetece reproducir su texto de ayer porque, aparte de ser uno de los destacados escritores que tenemos en España y aludirme a mí, en él aparecen dos cuadros míticos de Botticelli y Goya. Los escritores también estamos para hablar de lo que ocurre en el mundo a través de la palabra.

"Hace unos días Justo Sotelo hizo un interesante comentario en su muro sobre "Dante y Virgilio en el infierno", un inquietante cuadro que el francés William-Adolphe Bouguereau pintó en 1850, y me recordó otro comentario que hace unos años hice sobre el horror y la belleza ejemplificado con "El nacimiento de Venus", de Botticelli, y "Saturno devorando a uno de sus hijos", de Goya.

Un fragmento de aquel comentario decía:

"Hay obras plásticas, escultóricas y literarias que tienen la capacidad de provocar en quien las mira o las lee confusión o una perturbadora contradicción emocional. Esto sucede con aquellas creaciones en las cuales el artista se adentra en lo más profundo del alma humana y constata angustiado que la belleza no siempre es ajena al horror. No lo es en la medida que el creador ha de valerse de aquélla para descubrir éste a los demás. Los mitos, como los ritos ancestrales, son sublimaciones de esta inquietante circunstancia, que se prolonga en el relato, el cuadro o la escultura de aquellos creadores que asumen su misión con el rigor de la honestidad.

En el "El nacimiento de Venus", Sandro Botticelli opta por el pudor y ahorra al espectador el relato brutal que precede a tal nacimiento. Sin embargo, la historia -también narrada por Homero- de la castración de Urano por Crono, quien arroja los órganos sexuales de su padre al mar, late en el cuadro.

Goya, sin embargo, reniega del pudor y deja que sus pinceles describan el instante en que Crono (Saturno) devora a uno de sus hijos. En ambos casos la belleza está unida al horror. En la pintura de Botticelli -cuyo candor es sólo aparente- el horror es pálpito de la belleza, mientras que en la de Goya la belleza se desnuda como expresión del horror ¿Significa esto que Botticelli, al ocultarlo, rechaza el horror y que Goya lo exalta? ¿Significa esto que sólo en el cuadro de Botticelli hay belleza y que en el de Goya sólo hay horror?"

(Imágenes: "El nacimiento de Venus", Sandro Botticelli, 1485, Galería Uffizi, Florencia; "Saturno devorando a uno de sus hijos", Francisco de Goya, 1819-1823-Museo del Prado, Madrid; "Dante y Virgilio en el infierno", William-Adolphe Bourguereau, 1850, Musée D'Orsay de París).




No hay comentarios:

Publicar un comentario