Mientras me tomo el primer café de esta radiante mañana de verano, leo
el comentario de Biel S.F. sobre cómo se suben mis cuentos a un autobús
de Berlín. Biel es un amigo virtual de esta red social, siempre crítico y
mordaz, pero culto y educado. Lo primero que he pensado es que no sé
quién es el escritor del que habla, dicho con todo respeto. Tampoco es
tan raro que yo desconozca muchas cosas,
que siempre serán un misterio para mí, como el hecho de desatascar una
cañería, arreglar una bombilla o hacer una paella valenciana, con todas
esas cosas de colores que le ponen y que están tan ricas, sobre todo si
estás en doña Pepica, al lado de las Arenas de Valencia. Confieso que
tampoco he leído nunca a un premio Planeta ni a ningún otro premio de
ningún tipo. Los escritores a los que leo ni siquiera han recibido nunca
el premio Nobel. Ayer mismo me definía en esta divertida red social
Angels Santa Bañeres, catedrática de literatura de la Universidad de
Lleida, con las siguientes palabras: "Turbador Justo, siempre con tu
sonrisa y tus palabras entre provocadoras e incitadoras a la belleza".
Confieso que lo de turbador me hizo gracia, y me asaltaron muchas
imágenes curiosas que no voy a reproducir. Me limité a responder en el
post de Javier del Prado (son amigos, además de colegas) que podía ser
mucho más provocador, pero no quería ir al Infierno con Paolo, Francesca
y los demás amigos. Acto seguido Javier tendría que hablar con Dante y
Virgilio y sacarme de aquel lugar tan caluroso. Esto me recuerda el
cuadro de Dante y Virgilio en el infierno, del pintor William-Adolphe
Bouguereau, realizado el año 1850 y que está en el Museo de Orsay de
París.
No me importaría
quedarme a dormir en este museo. Una vez soñé que me despistaba y me
dejaban encerrado en su interior. A media noche me despertada rodeado de
cuadros y una mujer desnuda tocaba a Mozart en medio de la gran sala de
abajo:
https://www.youtube.com/watch?v=j8e0fBlvEMQ
https://www.youtube.com/watch?v=j8e0fBlvEMQ
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