Ernest Lubitsch
(Berlín, 1892-Los Ángeles, 1947) es uno de los directores más imitados
de la historia, empezando por Billy Wilder, tan bueno como su maestro.
En 1939 se juntaron para tomarse a guasa al comunismo, subir a lo alto
de la Torre Eiffel con una copa de champán en la mano para ver París al
atardecer (algo que debería hacerse a menudo, en mi opinión), escribir
una deliciosa historia de amor y conseguir que Greta Garbo se riera.
Como saben mis alumnos, se me da fatal contar chistes, pero este de
"Ninotchka" que escuché la otra noche, tras volver a ver la película en
el canal TCM, lo conté ayer en una clase:
"Un hombre en una cafetería pide un café sin nata. Al cabo de un rato el camarero vuelve y le dice:
-Disculpe, caballero, se nos ha acabado la nata. ¿Le parece bien si le traigo un café sin leche?"
Lo que no recuerdo es si mis alumnos se rieron, pero el resto de la clase la siguieron con una enorme sonrisa en los labios.
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