El nombre del escritor Apuleyo Soto forma parte de mis recuerdos infantiles. Recuerdo alguno de sus libros para niños en las mesas y las estanterías de mis padres. Por eso cuando apareció en esta red social hace unos meses me hizo ilusión y desde entonces nos decimos alguna cosa por aquí. El otro día me envió su último libro, "El Cega Ciego", y lo he leído con cariño.
El río Cega es un afluente del Duero que nace en la sierra de Guadarrama, corre por Segovia y muere en Valladolid; en cierto momento se esconde entre la arena que lo ciega y lucha por salir hacia sus orillas y hace caer pinos, en un curioso combate entre los árboles y la arena. Apuleyo Soto nos lleva de viaje a través de sus aguas, como si fuera un viaje exterior e interior, como esos viajes de descubrimiento de las novelas de aprendizaje o de "Bildungsroman". Se trata de ir aprendiendo a lo largo del camino, de ir cambiando y mejorando, a través de un camino de perfección del que tanto nos han hablado los ascetas y místicos castellanos. Apuleyo Soto tiene algo de ellos. Nació en Cozuelos de Fuentidueña, en la provincia de Segovia, en 1942. Ha escrito libros de poemas, novelas y obras de teatro. Buero Vallejo lo definió como un "niño duende y poeta con barba y pipa", tras comparar sus farsas teatrales con las de Valle, Lorca y Casona. En 1983 recibió el Premio Nacional de Difusión Cultural, en 2006 el premio Tierra de Segovia y un año después la Medalla de oro de la Academia de Nobles Ciencias y Bellas Artes de Córdoba. Lo que más me interesa del libro es que me permite revivir un paisaje de esta España que cada vez se nos queda más sola. Así recuerdo cuando hace años recorrí la Tierra de Pinares por donde transcurre el río Cega y detuve el coche en un hermoso paraje próximo a Cuéllar (un lugar que va a unido a Patricio Herráez, uno de mis amigos íntimos, aunque esa es otro historia) y me puse a escuchar "El moldava", de Smetana, el maestro de Dvorak, uno de los compositores que más me interesan. El Moldava es el río más largo de la República Checa. Ese lugar y ese río no tienen mucho que ver con Segovia y el Cega, aunque a mi mente le da igual. Siempre le dejo absoluta libertad para pensar y moverse por donde quiera. Apuleyo Soto también me recuerda al autor de la primera novela griega de la historia, "El asno de oro o Las metamorfosis", que tanto disfruté en su momento en la clase de "Narrativa" con mi profesor y después amigo y tertuliano el catedrático de literatura de la Complutense Antonio Garrido.
"El Cega Ciego" me ha interesado porque es como el viaje a través del río de la vida. A veces algunos recuerdos se quedan en un lugar intemporal, casi ciegos, pero de pronto reaparecen y me hacen feliz.
Y a mi mente también:
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