(La escritora malagueña me lo envió ayer por la tarde por correo, y hoy es viernes).
"Yo hubiese querido leer un cuento cada viernes, porque sí, porque eso es lo que sugiere el título, y pensé que era un buen consejo, que un título no engaña. Cuando vi en la cubierta “La flor de los mil nombres” imaginé que si no obedecía la sugerencia del autor en su título y me dedicaba a leer un cuento tras otro, el castigo podía ser que mi mente quedase tan enredada como ese túmulo de cuerpos desnudos que es obra de Gabriela Amorós.
"Con esa idea entré en materia. Leí el prólogo y reconocí tu voz, tus paseos por Madrid y esa alusión al mundo universitario tan tuya. Eco ya estaba allí, y la filosofía, y un café con tostadas, y el placer, y la curiosidad y los personajes espontáneos… Sin embargo, en el primer cuento, “El baile”, distinguí lo que después estimé como argumento subyacente en este libro considerado como un todo: lo humano, los sentidos, la belleza y hasta esa emoción que seduce y me hizo desistir de dejar de leer. Mis viernes fueron uno, una tarde de viernes, solo una.
"Me gustaría comentarte aisladamente todos los cuentos, ya que todos merecen un análisis, pero eso, tú, ya lo sabes y yo tan solo voy a decirte las sensaciones que han provocado en mí. Son literatura y posmodernidad, es innegable, pero si algo tienen en común, si algo sirviera para definirlos, además del estilo, la estructura y el elegante lenguaje es el erotismo, un erotismo tan suave, leve y transparente que parece amor. Un erotismo que nace y crece en lo cotidiano- en tu cotidianidad que no es la común-: la Sorbona, y un ciclo sobre Salinas, en un taller de arte, entre historias de poetas, conversando sobre hombres primitivos. ¿Puede haber algo menos sensual que una conferencia de prehistoria, de neandertales?, y sin embargo la hay, la hay en El Milagro de tu libro.
"Lo segundo que me llama la atención y que considero nexo entre todos es la belleza, la belleza de los escenarios, del entorno, de la música y la expresión de arte, las playas, museos, y la armonía de lugares tan evocadores como Lisboa, descritos de tal modo que hasta un hospital parece un rincón hermoso en tus palabras.
"Otro lugar común entre estos cuentos es la alusión constante al saber, a la poesía, Baudelaire, Borges, Lorca, Salinas, a la literatura: Ariadna, Moby Dick, a la música: Tchaikovski, Brel, ese Brel que es la sensualidad y que tú bien evocas…. Podría seguir, mencionar muchas más referencias que hacen de tus cuentos un canto a la cultura, pero eso ya lo saben los que lo han leído, y deberán hallarlo entre las páginas los que lo harán después.
"Más me ha sorprendido encontrar la nostalgia en tus cuentos, también me ha emocionado, he descubierto aquí la intimidad que sueles ocultar, la emoción que te hace más humano, menos estatua. Sentir es privilegio de los hombres más allá de su ciencia, de su arte y de su entorno".
(Me tomo el primer café de la mañana y pienso en Presina leyendo el libro, escribiendo sus reflexiones y enviándomelas. Es fascinante la vinculación que la literatura establece entre las personas. Y como no soy ninguna estatua sin emociones -algo que me ha dicho más de una señora o señorita a lo largo de mi vida, e incluso algún señor- escucho a Brel y la canción más hermosa del mundo:
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