Ayer me di una vuelta por la Filmoteca Nacional del cine Doré. Hacía tiempo que había cerrado aquella antigua librería donde siempre he comprado libros de cine que después han inspirado algunos de mis relatos, de Eric Rohmer, Woody Allen o Alfred Hitchcock, por decir algunos directores imprescindibles para mí, y vi que había vuelto a abrir. Sonreí con ganas, estuve fisgando un rato en los estantes y al salir me fijé en la fotografía de Bogart en el escaparate y me acordé de una historia. Toda mi vida me han comparado con Rick Blaine, el protagonista de "Casablanca", y eso que yo nunca he dicho a nadie eso de "Here´s Look At You, Kid", una frase que dice Rick a Ilsa en tres ocasiones, y es considerada por el "American Film Institute" la quinta cita o frase de película más célebre de la historia. Lo curioso es que en los doblajes al español se ha traducido como "toda la suerte, Ilsa", "por ti, pequeña" y "ve con él, Ilsa" (en la escena de la famosísima despedida en el aeropuerto cubierto por la niebla) y ha pasado mucho más desapercibida que "siempre nos quedará París" o "atrapen a los sospechosos habituales". Es la expresión cariñosa y coloquial que decía Bogart a Bergman en los descansos del rodaje mientras le enseñaba a jugar al póker. Por otra parte, la frase con la que he encabezado este texto aparece en un documental de Garci sobre esta película. Y la verdad es que, pensándolo bien, Rick no es aquel tipo que inspira un amor confortable y hogareño, sino, muy al contrario, una relación inesperada, arriesgada y apasionada, de las que tal vez dejan una huella imborrable. A lo que habría que añadir que es el hombre más seguro de sí mismo que se haya visto en una pantalla. Y si las mujeres se enamoran de Rick, los hombres le han imitado a lo largo de varias generaciones. Es ese héroe existencial que no precisa guardar las apariencias; su rostro es el de la lealtad, la entereza y la esperanza. Rechaza la cobardía y lo mediocre, pero, de alguna forma, acepta la falta de escrúpulos de Renault o Ferrari. Con su máscara contra las heridas, Rick siempre será admirado, ya que, además, físicamente no es un adonis inalcanzable.
Y la música, porque no se puede vivir sin música:
El avión despegaba al final de la película, y Rick Blaine no iba en él.
Llovía a la salida del cine.
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