El otro día renové el carné de conducir. Mientras lo hacía me fijé en un mapa en relieve del Valle del Tiétar, colgado en la pared (es uno de mis lugares de este mundo). Pregunté a la médica si era de allí y me dijo que nació en San Esteban del Valle, una de las Cinco Villas que están cerca del Puerto del Pico y su histórica calzada romana. Hace poco almorcé junto a las Cuevas del Águila, le dije, y tomé un café en Cuevas del Valle, otra de las Cinco Villas, camino de Ávila. A veces me acerco a tomar algo al Parador de Gredos, pues aquellas montañas son uno de los lugares más hermosos que conozco para perderme con el coche y escuchar música clásica a todo volumen. Es mi íntima historia de amor con las nueve sinfonías de Beethoven, las nueve de Schubert, las nueve de Dvorak, las nueve de Bruckner y las nueve de Mahler. Antes de irme aquella mujer delgada de unos cuarenta y tantos años me dijo que se llamaba Graciema; luego me dio su móvil y añadió que la llamara cuando quisiera. Me acerqué a desayunar a la cafetería Mallorca, unas calles más allá. Mientras me tomaba un café y un tortel recordé las ensaimadas que he comido en Mallorca. Viví en la isla de pequeño, al este, en un pueblo que se llama Felanitx y donde nació Miquel Barceló, por cierto. Después he ido en más ocasiones, como aquella en que me quedé a dormir en la casa del librero Jos Framis Bach, en la sierra de la Tramontana. No recuerdo el nombre del pueblo, pero sí las ricas ensaimadas del desayuno. Nada más llegar a Palma, estuve paseando en calesa por las viejas calles de la ciudad en torno a la catedral y tras comer en una zona muy bohemia me tumbé a dormir la siesta en la hierba de un parque. Una tarde paseé por Deiá, hablando del escritor Robert Graves, aunque no subí a su cementerio para ver su tumba (nunca olvidaré la serie de TV que vi de pequeño de "Yo, Claudio). Después estuve en Valldemosa, me compré el libro que escribió George Sand sobre su estancia allí junto a Chopin, su amante, y ahora escucho la obra que él compuso en aquel lugar, los Preludios opus 28:
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