Como hoy dedicaremos la tertulia a Virginia Woolf, ayer releí, entre clase y clase, tres relatos de uno de los libros contemporáneos que aprecio, los "Cuentos de Bloomsbury" (1999) de Ana María Navales, escritora muy atraída por el mundo artístico e intelectual de Virginia Woolf y John M. Keynes, lo mismo que me sucede a mí, lo que nos unió un tiempo, hasta su muerte. Siempre que venía a Madrid desde Zaragoza nos tomábamos un café. Me contaba un montón de cosas del mundillo literario y hablábamos de algo que me interesaba más, de aquella gente bohemia e intelectual del barrio de Bloomsbury, al lado del Museo Británico. Lo más parecido que hubo en España fue la Residencia de Estudiantes donde estuvieron Lorca, Buñuel, Dalí y que casi desapareció con la Dictadura. Ayer me percaté de que los cuentos tienen muchas páginas subrayadas. Lo que más valoro de Ana María son los consejos que me daba. Tan solo debes escribir y publicar, Justo, si verdaderamente tienes algo que decir, me decía. No escribas por escribir o presumir de que eres escritor, añadía. No dejes de leer ni de estudiar para que merezca la pena leerle. Y sé humilde, acepta los consejos de los viejos escritores, que saben más que tú, y corrige todo lo que tengas que corregir. Solo así se producirá el pacto con el lector y este te seguirá, te admirará y te querrá.
Estoy segura de que me estoy volviendo loca de nuevo. Siento que no podemos pasar por otra de estas espantosas temporadas. Y esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido, en todos los aspectos posibles, todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás, ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que – todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas hayan sido más felices que lo que fuimos nosotros.
V.
Esta es la obra musical:
https://www.youtube.com/watch?v=U5ywofzN4xA&list=PLiN-7mukU_RGKZTh_YAb8D335VZU6YtOM&index=1
Las
dolorosas palabras de Virginia a Leonard (despedida generosa de su
amado y también de la escritura) conservan una belleza que,
paradójicamente, es testigo del amor de la artista por la vida en su
expresión más plena, que para ella implicaba, necesariamente, la lectura
y la escritura.
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