jueves, 12 de enero de 2023

"Vivir es ver pasar" en mi Montmartre particular.

El jazz está en todas mis novelas y cuentos, no solo como metáfora, sino como forma de elaborar su estructura. Y está omnipresente en la segunda novela que publiqué, "Vivir es ver pasar" en 1997. Desde unas semanas antes de la pandemia no veía a la tertuliana Matilde Tricarico, una médica y escritora italiana, inteligente y sensible. En el breve video de la tertulia de este martes con Javier Lostalé, que hizo Silvia López, aparece con un jersey azul. Deseaba mencionarlo mientras me tomo el primer café del día y mojo las galletas italianas que me trajo como regalo el martes. Recuerdo cuando leyó "Vivir es ver pasar" y escribió: "He acabado de leer el libro y voy a compartir con vosotros por qué me ha gustado tanto. El escritor Justo Sotelo es un enamorado de Madrid, ciudad a la que pone de escenografía para su libro. Y así paseamos de su mano por el bullicio y la tristeza de la estación de Chamartin, por la Gran vía y admiramos la Puerta de Alcalá. Nos sentamos con él en el Círculo de Bellas Artes y así escuchamos la tertulia. También habla de París, aunque me resulta más sentida y vivida Madrid. El Madrid que siempre te hace estar a gusto. Os dejo con sus palabras que son más expresivas que lo que yo pueda decir". Por mi parte añado que "Vivir es ver pasar" resume varias ideas que siempre he tenido sobre la vida y sobre el amor, la literatura, el arte, las tertulias literarias y el mundo en general. Los escenarios de la historia son Madrid y París, y mi intención fue la de retratar la bohemia que conocí en las dos ciudades, impregnada de jazz, el jazz de Cortázar, del Central y el Círculo de Bellas Artes. Las noches de jazz eran las cabezas moviéndose ensimismadamente de arriba abajo, con una copa en la mano, el sudor en la frente y un sentido literario y arcoíris de la vida. 
 
¿Dispuestos a acompañarme en mi viaje en tren de Madrid a París que describo en la novela "Vivir es ver pasar"? Entonces es preciso dejarse llevar por el jazz de George Adams, saxo, Don Pullen, piano, Cameron Brown, contrabajo, y Dannie Richmond, batería, aquel 9 de febrero en el Café Central, aunque hoy todavía estemos a 12 de enero:
 

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