Como son muy listos e inteligentes, además de magos, saben que me gusta Woody Allen, que he escrito algún cuento inspirado en su cine y que publicaré alguno más. También saben que me siento feliz de ser uno de sus contemporáneos. La verdad es que los Reyes Magos siempre se han portado muy bien conmigo, aunque no sé si siempre me lo he merecido. Este año me han traído el último libro de relatos de Allen, varios publicados en New Yorker. Están llenos de juegos de palabras, significados ocultos, alusiones y referencias culturales, paráfrasis de citas y expresiones en yidis. Se lo dedica a su mujer, Soon-Yi, y sus dos hijas, Manzie y Bechet, "nuestras dos hijas adorables, que han crecido ante nuestros ojos y han utilizado nuestras tarjetas de crédito a nuestras espaldas". Tal vez no vuelva a hacer más películas, así que me conformaré con verlas en video y leer sus libros y algunos de sus guiones.
Y ahora me tomo un café mientras recuerdo el final de una de sus películas que más me gustan. Hay cosas por las que merece la pena vivir:
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