¿Amamos porque estamos enamorados o, en realidad, imitamos el amor que hemos visto en las películas o leído en las novelas? ¿Nos comportamos desde lo que realmente sentimos o lo hacemos para imitar a otros? Ayer por la mañana comenté que no quise leer en la tertulia un artículo sobre el innatismo en la obra de Virginia Woolf, y por la tarde pensé un rato en ello, entre clase y clase. Don Quijote intenta ser un caballero e imita a Amadís de Gaula; no desea a partir de sí mismo, sino de los deseos de otro. A Madame Bovary le pasa lo mismo con las heroínas de las novelas que lee en su casa. En los personajes de Stendhal, Proust o Dostoyevski los deseos no surgen de ellos, sino de los demás. A los escritores que siguen escribiendo sobre el deseo espontáneo, René Girard los denomina románticos y novelescos a los que imitan.
René Girard (Aviñón, 1923-Stanford, 2015) fue un crítico literario y filósofo francés conocido por su teoría de la mímesis de la que me habló mi profesor García Berrio en la Facultad. El hombre es un ser mimético, incluso antes que racional. En su opinión los hombres se influyen unos a otros y, al estar juntos, suelen desear lo mismo, no por su escasez, sino porque la imitación comporta los deseos. En su día Platón y Aristóteles hablaron de la mímesis de representación (esencial en la estética), pero no de la mímesis de apropiación, que supone no solo el saber o los conceptos, sino los deseos. Todo esto explica el disimulo, la vergüenza y la atracción que sentimos hacia otra persona tan solo por el hecho de ser importante por su belleza, inteligencia o notoriedad. El hombre imita lo que desean los demás y lo quiere. Esto choca con la mentalidad moderna y posmoderna basada en el solipsismo (Descartes) y la autonomía absoluta (Kant) del individuo. El hombre moderno y posmoderno se ve tanto más libre cuanto más puede elegir a partir de sí mismo. Girard nos dice que esto es un error. Cuando más libre y autónomo se experimenta el hombre, más dentro de la esfera mimética se encuentra, pues la mímesis es un mecanismo que se retrae a dar la cara y permanece oculto.
Esta foto que he puesto es una composición que realizó Almudena Mestre. Ahora me tomo un café antes de irme a la Universidad. Y escucho la música que tocaban ayer por la tarde unos músicos callejeros en la esquina de El Corte Inglés mientras paseaba cerca de la Universidad pensando en estas cosas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario