Hablando de literatura, que es de lo único que procuro hablar en las redes sociales -junto a la música, el cine y el arte en general-, ayer Almudena Mestre me "regaló" esta fotografía, que compartió en su muro. Uno de los bonitos regalos que me han hecho como escritor es el libro que Almudena publicó en 2018 sobre mi obra literaria. El cariño con el que trató esa publicación su editora, Charo Fierro, fue otro regalo, al igual que el lugar donde se presentó. El Retiro es mi "locus amoenus". Todo el mundo tiene el suyo, ya sea el Parque de Luxemburgo, el Hyde Park o el Central Park. Y existe uno más en mi imaginario particular, como diría Jung, el García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife. A veces me han llamado escritor "posmoderno", y supongo que lo soy. Soy consciente de que vivo en un mundo que está globalizado, con un paradójico aislamiento de las personas, las historias que suelen tener un final abierto, el carácter especular del discurso narrativo y la continua manipulación de las convenciones de la ficción, la utilización de la metaficción y de la transtextualidad, el dominio de lo ecléctico, algo así como el grado cero de la cultura contemporánea, que nos lleva a comer en un McDonalds, mientras que por la noche elegimos el plato de cocina local. Aunque vivamos en Tokio, Madrid o Nueva York tal vez nos perfumemos como en París y escuchemos “reggae” o miremos un western. Son la nueva hiperrealidad y la "ficción" posmoderna.
Apuro el café que me estoy tomando mientras escribo todo esto y pienso también en la música que pudiera irle bien a esta foto, que, por cierto, sacó Silvia López. Toda mi vida me han comparado con actores, sobre todo Al Pacino, así que no se me ocurre una mejor melodía:
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