martes, 3 de enero de 2023

  "Las golondrinas" o cómo se unen la literatura, la música, la pintura y una parte de mi adolescencia.

El otro día arreglé el viejo tocadiscos que me regaló mi madre con 15 años, y lo primero que hice fue volver a escuchar la obra maestra del compositor vasco José María de Usandizaga en unos discos de vinilo. El plato estaba estropeado desde hacía un tiempo y lo llevé a un taller que está cerca de casa. 
 
"Las golondrinas" es un drama lírico basado en "Saltimbanquis", la obra de teatro, de estilo modernista, escrita por María Lejárraga en 1905 (ya sabemos que siempre se atribuyó a su marido). Tres años después, Santiago Rusiñol realizó una adaptación en catalán con el título de "Aucells de pas". Aquel material literario es el que recoge Usandizaga para componer una zarzuela que luego se transformará en ópera con arreglos de su hermano (él murió joven, con 28 años y podría haberse convertido en uno de los grandes músicos del XX, como dije hace poco del austriaco Hans Rott). Lejárraga trabajó con Rusiñol y Usandizaga en sus respectivas versiones que plantean el triángulo amoroso que hemos visto tantas veces en la literatura y el cine, pero con una música realmente luminosa. Puck es el payaso de un circo ambulante y quiere a Cecilia, la artista principal, que no aprecia aquel mundo. Lina es otra artista que quiere a Puck sin que este lo sepa. Cecilia se va del circo, pero regresa pasado un tiempo y vuelve a rechazar al payaso, que la mata en un arrebato de locura. Al final se lo lleva la policía y Lina se queda sola. Hacia la mitad de la obra hay un pequeño ballet, la "Pantomima", que es un homenaje a la Comedia italiana del Arte con Arlequín, Colombina y Polichinela. A Usandizaga se le llamó el Puccini español, pero creo que la obra está más cerca de "Pagliacci" de Leoncavallo, estrenada doce años antes, también con un argumento circense y un trágico final. 
 
En abril se cumplirán los 50 años de la muerte de Picasso y busco su arlequín dentro del cuadro "Au Lapin Agile", 1905, en el cabaret de Montmartre. Luego me tomo un café en esta mañana de un año nuevo, recuerdo mis paseos por Montmartre y vuelvo a escuchar la música de Usandizaga. 
 
Y tengo la sensación de que el tiempo es circular, como el seseo de los discos de vinilo y el amor:
 

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