miércoles, 12 de abril de 2023

"Los ojos azules de Tony Morrison o el pájaro del lenguaje".

Morrison necesita "lectores" inteligentes y atentos. El valor de todo escritor se lo da el "lector modelo" que pedía Umberto Eco para su nombre de la rosa. Un solo lector en el mundo es suficiente. (Como repito a mi hijo y a mis alumnos la calidad no tiene nada que ver con la cantidad, lo demás es puro "márketing", es literatura comercial, televisiva, de premios o autoayuda, cosas que no tienen nada que ver con la literatura). La obra de Morrison se aleja de la descripción "lineal" de los hechos y prefiere presentar fragmentos de historias, esos retazos que el lector debe completar, personajes que deben ser construidos en la lectura. Su lector debe ser cauteloso, atento, con el fin de completar la historia. Esto fue lo primero que dije ayer tarde para empezar la tertulia, antes de dar la palabra a la escritora Carmen Sogo, que se había leído hasta "cuatro" veces la primera novela publicada por Morrison el año 1970, "Ojos azules". Dije algo más, como que en determinadas ocasiones la sociedad impone a sus miembros un estándar inapropiado de belleza y valor, que exige que para ser amados debemos cumplir con el estándar absoluto de "blanco", de cabello rubio y de ojos azules. El narrador de Morrison dice que dos de las ideas más destructivas de la historia son la del amor romántico (que cancela tanto la lujuria como el cariño) y la de un estándar "absoluto" y unívoco de belleza. Carmen nos habló un poco de la vida de Morrison, del racismo entre blancos y negros, en los dos sentidos, incluso de cómo con doce años se convirtió al catolicismo y tomó el nombre de Toni, por Antonio de Padua. Hizo un espléndido análisis de la técnica y la estructura, del tiempo y el espacio de la novela y también de "Beloved". E intervinieron todos los tertulianos (la primera foto es de Morrison, en la segunda se la ve con Obama, el único presidente de Estados Unidos y tal vez del mundo al que le he leído citar a Eliot, y en la tercera está Carmen). En cierto momento, leí unos párrafos del discurso de Morrison en la aceptación del Nobel de literatura en 1993, uno de los textos más hermosos e inteligentes que he leído en defensa del lenguaje (con Albinoni aún es más bello):
 
Y al final de la tertulia el pájaro del lenguaje sonrió.
 






 

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