miércoles, 26 de abril de 2023

"Los calcetines rojos de Rafael Soler y los labios rojos de Aurora da Cruz en mi mejilla".

¿El tedio termina con las relaciones de pareja?
 
¿Qué ocurre cuando no sabemos qué hacer con la libertad?
 
¿Se puede escribir buena literatura en estos tiempos dominados por la imagen y las nuevas tecnologías?
Pasan unos minutos de las 18.30 h. de un martes de primavera en Casa Manolo, casi al lado de los arcos de Moncloa, y yo vengo de hablar a mis alumnos de la Universidad de mis tiempos de broker, cuando me llamaban "yuppie". A partir de esa hora van a sucederse las risas, las sonrisas y el buen humor, una conversación sobre las técnicas literarias y la cultura pop, los juegos especulares entre el autor, el narrador y los personajes. Todo esto y mucho más (¿quién dijo la célebre frase?) fue la tertulia con el escritor Rafael Soler, que nos vino a hablar de las dos primeras novelas cortas que publicó en 1979 y 1982, y que ahora ha vuelto a reeditar con el título de "Dos novelas de la Transición". Escritas con libertad y vocación de riesgo y lenguaje, hablan de la incomunicación entre el hombre y la mujer, del tedio como daño en las relaciones de pareja, con el monólogo interior como adecuado apoyo narrativo y el empleo abundante de imágenes y metáforas. Para Soler fueron años de ilusión y desafíos, de mucha lectura y el mundo por montera, como suele decir. Unos años después yo me comía el mundo con veintitantos años porque me gustaba el mundo que habían construido en la Transición los españoles como Soler y los personajes de sus novelas.
 
Algo así es lo que comenté al principio de la tertulia, después tomó la palabra el profesor de filosofía Guillermo García Domínguez, que es experto en la obra de Rafael (se encuentra a su derecha en la primera fototografía con Cristina Fernández, Carmen Sogo y Javier del Prado). Y habló Almudena Mestre para analizar también el libro. En cierto momento pedí a todos los tertulianos que nos dieran su opinión sobre dos de los temas que salieron en la conversación, la eterna dualidad literaria entre la forma y el fondo, y el "tedio" como el argumento para referirnos a la ruptura de tantas parejas en los tiempos de la Transición, con la ansiada llegada de la libertad, el cambio de costumbres, la ley del divorcio y la incorporación de la mujer al mercado laboral, y en cualquier otro momento, como en la actualidad. Y nos acampañaron los escritores Manuel López Azorín y Francisco Caro (están en la tercera foto), a los que yo no conocía personalmente. El primero dijo al final que soy un provocador nato y que así no hay manera de estarse serio y callado. 
 
Yo me pasé toda la tertulia con los labios rojos de Aurora da Cruz marcados en la mejilla, y luego surgió la anécdota de los calcetines rojos de Rafael, pero no tengo tiempo para contarla porque hoy empiezo a impartir el máster sobre Geoestrategia de todos los años y tengo que leer cosas del mundo del que voy a hablar, de Estados Unidos, China, Oriente Medio y África.
 
Me gusta el mundo que me dejaron los que me precedieron, pues "nobleza obliga", como me enseñaron en casa de pequeño, y cuando tengo que decir lo que pienso escribo un libro. Y me gusta escuchar a Ella Fitzgerard regalando amor.
 
Me gusta regalar amor:


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