lunes, 3 de abril de 2023

"Y una bonita tarde".

Paqui se metió ayer en el cartel de los Golem o en la última película de Mia Hansen-Love (París, 1981), una de las directoras de moda del cine europeo. Su cine tiene esa parte de "autoficción" que me recuerda a Annie Ernaux, la última Nobel de literatura. Su mirada se une a la de la espléndida actriz Léa Seydoux (París, 1985). A Léa la descubrí en la película de Woody Allen sobre la Generación perdida en París y a Mia la he seguido más. Hija de filósofos, se formó como crítica en "Cahiers du cinéma" y actriz en obras de Olivier Assayas, con quien estuvo casada y comparte una hija. Debutó con "Tout est pardonné" (2007) y estrenó en Cannes "El padre de mis hijos" un año después. En "Edén: Lost in Music" (2014) llevó a la pantalla la vida de su hermano mayor, mientras que en obras como "Un amor de jeunnese" (2011), "El porvenir" (2016), "Maya" (2018) y "La isla de Bergman" (2021) ha explorado las edades del corazón femenino. Este viernes pasado la directora y la actriz nos contaron la película en el programa "Días de cine" de la 2 de RTVE:
 
El título de la película está sacado de un poema del poeta francés Jacques Prévert (1900-1977), y en ella seguimos la vida cotidiana de una mujer de treinta y tantos años, traductora simultánea, viuda, con una niña de nueve años, que se ocupa de un padre que ha sido profesor de filosofía y que pierde la vista y la memoria a causa del síndrome de Benson, como le ocurrió al padre de la propia directora (murió durante la pandemia). La protagonista se olvida de sí misma para comunicarse con los demás, incluso tras encontrarse en un parque de París a un amigo de su marido y empezar a necesitarlo, afectiva y sexualmente, aunque él está casado, porque ¿qué sucede si perdemos a alguien querido y a la vez tratamos de incorporar a otra persona a nuestra vida? Me convence la capacidad de Hansen-Love para controlar y repartir los tiempos de la narración, y con ello encontrar la "verdad interior" de lo que se cuenta (algo que también busco en la literatura y no encuentro casi nunca). Y me gusta que me vuelvan a llevar por las calles del centro de París (Léa Seydoux se crió en Saint-Germain-des-Pres, mi calle preferida), ya que los personajes no dejan de caminar y hablar. El retrato no sexualizado de la actriz francesa de mayor "sex appeal" de su generación irá cambiando poco a poco, con el despertar sexual que vive a lo largo de la película.
 
Podría hablarse de una película triste, melancólicamente triste, pero todo está contado desde lo positivo de la vida, con delicadeza y elegancia, como la música favorita del padre, que se escucha varias veces:
 
 
Ante este tipo de cine, que podríamos denominar de Neo Nouvelle Vague, me siento de nuevo como en una película de Eric Rohmer, André Bazin, François Truffaut, Agnès Varda, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Alain Resnais o Claude Chabrol.
 

 

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