En junio unos alumnos de ICAI (los estudiantes de ingenieria de la Universidad Ponticia de Comillas donde doy clase) decidieron crear una radio como una manera de aportar algo a aquellos tiempos de confinamiento. Me entrevistaron y les comenté que todo empezaría a volver a la normalidad cuando tuviéramos una vacuna. Con todas las prevenciones necesarias, me parece que ya vamos por el buen camino. Yo era de los que aplaudía a las 8 de la tarde y mis tertulias on line del Café Gijón terminaban a esa hora para hacerlo. También soy de los que confían en la ciencia y en la bondad del ser humano (he estudiado dos carreras que se dan la mano, de ciencias y de humanidades).
José Luis Yela García es entomólogo y Profesor Titular de Zoología y Conservación Biológica en la Facultad de C. del Medio Ambiente de la Universidad de Castilla-La Mancha, en Toledo. El año pasado utilicé una entrevista que le hicieron en la TV sobre la pérdida de la biodiversidad en el mundo para la asignatura sobre Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible que impartí en esa universidad (en esta foto estoy con varios alumnos del curso).
Este domingo escribió un texto en esta red social sobre el papel de la ciencia en la obtención de las vacunas, del que reproduzco los siguientes párrafos, teniendo en cuenta que no hablo de las cosas que no sé, y nunca he tenido la intención de convertirme en tertuliano de todo en la radio y la TV:
"Haber logrado en unos pocos meses la inmensa hazaña de obtener una vacuna frente a un agente como el Covid19, que ha supuesto la mayor y más grave pandemia en al menos un siglo, es un éxito monumental de la ciencia y la tecnología, es decir, es fruto del enorme avance del conocimiento sobre el funcionamiento de la materia, y de la aplicación de ese conocimiento, que se ha producido durante las décadas más recientes.
Dentro de otros pocos meses más, cuando remitan los efectos más graves de la pandemia y se empiece a comprobar empíricamente el papel clave de las vacunas para mantener a raya al virus, ¿cuál será entonces el discurso de toda la tropa de analfabetos que anda no solo desplegando su inmensa ignorancia por las redes acerca de la ineficacia del remedio y de su uso por determinados agentes sociales para controlar a la población, sino incluso insultando despectivamente a quienes confían en la capacidad predictiva de la ciencia y en la competencia operativa de la tecnología?
Naturalmente que las farmacéuticas están detrás del inmenso y floreciente negocio que subyace tras la producción, distribución y mantenimiento de las vacunas. Pero ese es otro asunto completamente distinto. Eso tiene que ver con el tipo de organización económica y social que rige el mundo, no con la ciencia y la tecnología".¿Qué otra cosa podríamos esperar del mundo ultracapitalista? ¡Y naturalmente que la tecnología se usa muchas veces de manera perversa, especialmente por parte de gestores sin una mínima catadura moral y rendidos a la tecnolatría y a los principios mercantilistas!
Y ese analfabetismo cerril y dogmático crece como la espuma; es, precisamente, el contrapunto nefasto al júbilo que supone el punto de partida de la campaña de vacunación. ¿Que tendrá sus riesgos? ¡Pues claro! ¿Y qué novedad no los tiene? Pero toda la batería de pruebas realizada hasta ahora, y ya mucho mejor documentada en la bibiografía especializada independiente que hace bien poco, no puede ignorarse. A no ser que para uno sean más importantes sus propios prejuicios o la defensa numantina de su posición".
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